90
LORD MAC'A LAY.
Muchos más atractivo tenia Tunbridg W 11
, dis–
tante una jornada de la apital
y
uno de Jo
itio
más rico
y
civilizado d l r ino .
emo allí, al pr -
sente, una ciudad que baca ciento e en ta año hu–
biera figurado , en población, como Ja uarta
6
quinta
de Inglaterra. El lujo d pl gado en u ti nda
y
n
las casas particu1are ,
upera mucho
á
cuanto la
Ing laterra de entonces podia o tentar. Cuando la
Corte, poco de pués de la Re taUl'a ión, vi itó Tun–
bridg·e Well , aun no exi tía la ciudad; p ro á una
mill a del manautial, rú ticas ·abaña , aJn-o mñ
lim–
pias y cómodas que la mayoría de la de la poca, se
veían esparcidas acá
y
allá por el ll ano.
lguna do
estas habitaciones oran movibles
y
podian tra por–
tarse con rodillo de un punto á otro. A e
ta
cboza
acudían en verano algunas veces lo
Jogante , can-
a.dos del ruido y del humo de Londrc , d
eo o de
respirar aire puro y de
di
frutar de la ida campe tre.
Mientra duraba ¡a temporada había diariam nte una
especie de feria cerca del manantial. La muj r
y
los hijos de los arrendatarios de Kent acudían
el
la
aldeas vecina con lecbe, cerezas, trig·u ro
y
codor-·
nices.· Regatear el precio de sus mercancía , burlar e
de ella , elog·iar sus sombr ros de paja
y
sus rectos
tacones, era pasatiempo agTadable para g nt
licen–
ciosa, hastiada de lo afectado modales d
acfricos
y
dama de honor. Tond ros de moda
y
do bi utcr!a,
y joyero venían do Londres y abrían baiar s bajo
los árbole . En una barraca hallaba el anciouado
á
política, además del car· , la
Gacetc¿ de Londres;
en
otra los
icio os jugaban
á
los naipe ,· y en la no–
ches hermo as los violines convidaban
á
la danza en
el muelle cé pecl que cubría el itio d
tinado al juego
de bolo . En 1685 bízos
una u crición entre los que
frecuentaban el e tablecimiento para edificar una