86
LORD MA AULAY.
extremo activos,
y
se hallaban en gran prosperidad;
como que se preciaban de fabricar la quincalla más
re1iombrada, no cual acontece al presente hasta en Pe–
kín, Lima, Bokkara
y
Tombuctu, sino hasta en Lon–
dres
y
aun hasta en Irlanda. También adquirieron los
de Birmingham la fama menos honrosa de mon deros
falsos,
y
aludiendo los
tortes
á
sus
g1·oats
(l) dieron
á
los
demagogos que aparentaban hipócrita celo contra el
catolicismo romano el apodo de
Biriningluvms.
El nú–
mero de habitantes que contaba la población en
1685,
y
que ahora está muy cerca de do ciento mil, ape–
nas si era de cuatro mil. La industria de los botones
comenzó por aquel tiempo; aun no se hablaba de los
fusil es de Birmingham;
y
la ciudad de la cual debían
salir dos generaciones de pués, para causar asombro
á todos los libreros de Europa, las mag nificas edicio–
nes de Baskerville, no tenia un solo establecimiento
en el cual pudiera elegirse una Biblia ó un almana–
que, habiendo no más de un librero, llamado Miguel
Johnson, padre del gran Samuel, que iba de Licbfield
los dias de mercado á poner un puesto , donde vendia
dmaute alg·unas horas; mezquina ofCI;ta de literatura
que se reputaba en relación directa con la demanda
de la localidad (2) .
(1 ) Monedaequivalenteá40ééntimos.-N. del T.
(2) Blome,
Brilan n ia,
16i9.
Dougdale,
Wa1·wiclt1ilire.
l
ort h–
Examen,
32'1,
Prefacio de Absaldn y Archilo(el.
Hatton,
Hi&I. de
Birmingllam.
Boswell,
Vida de Johnson.
En 1390 fueron 150 los
entierros en Bírminghan
y
los bautizos 125. Creo que la mortali–
dad anual fuese de l por 25. En Londres era mtlcho mayor. Un his–
toriador de NoLLingham, medio siglo después, elogiaba mucho la
salubridad extraordinaria de su pueblo natal, en el que la mortali–
dad no excedía de l por 30. Véase
á
Deríng,
H ist. de Notlingham.