REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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imponer; siendo la capital la productora de los artícu–
los má perfectos en el ramo de cuchillería,
ó
el ex–
tranjero, porque hasta el reinado de Jorge I no cesa–
ron los cirujanos ingleses de importar de Francia los
instrumentos tan delicados y sutiles que son necesa–
rios á las operaciones quirúrgicas. La mayor parte de
las fraguas del Hallamsbire se hallaban· reunidas err
una villa de mercado que se extendía por las inme–
diaciones del castillo del señor de la tierra, y que,
siendo en la época de Jacobo I por todo extremo mi–
serable, sin más de dos mil habitantes, la tercera par–
te de los cuales eran mendigos hambrientos y casi
desnudos , y en la de Carlos II, de cuatro mil, debido
tan escaso desarrollo á un género de trabajo por ex–
tremo nocivo á la salud y al vigor del hombre, cosa
que ya echaban de ver todos los viaj eros, en razón
á
que babfa una muchedumbre de personas con los bra–
zos y las piernas torcidos, lleg·ó á ser el Sbeffield de
nuestros días, que, con sus arrabales, cuenta ciento
veinte mil almas, y envía sin cesar hasta las más
apartadas regiones del globo sus renombrados cuchi–
llos, navajas y lancetas (1).
XXIV.
BIR.ll!INGHAN.
Aun cuando no se tuvo
á
Birmingharn por lugar de
tanta importancia como para concederle el dere'cho
de diputar un representante al Parlamen:o de Cróm–
woll, ya eran entonces sus manufactureros por todo
(1)
Hunter,
Hisl. del llallamshirs,