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J

visto vagar de noche en la luz de la Luna; los labriegos, que !os pája–

ro3, celosos de tu

canto)

te habían sacado

1

los ojos; los guardianes del

Amarucancha decían que al oir tu música te habían seguido las serpien–

tes ,y .te habían devorado. ¿Por qué estás triste y lloras junto al río? ...

-Grande es mi tristeza, noble anciano. Nadie podrá comprender mi

dolor. La música · es el llanto. Imagínate, si eres pastor, haber perdido

como Thalmay, tu rebaño en las nieves; si labrador, piensa que has de–

jado al dormir el Sol, tus maizales frescos y hermosos y que a la nueva

luz los encontraste helados y muertos. . . Esos son pequeños dolores . . . .

-Llaktan, tu padre era triste, tú eres melancólico ; él amó con en–

tusiasmo, tú amas con desesperación; obsequioso era él, pródigo fuiste tú,

¿qué alma tan grande ti enes que Fecorres el mundo y desechas honores

y riquezas?... ¿Qué ll evas en el pecho que te quema tanto? ¿Qué in-

cendio interior se revela en tus ojos?. . .

·

-1

o amaba mi arte, pero no era mi arte; amaba el placer pero el

placer no era. Amo el dolor y e! si lencio ; el dolor y el s ilencio so n.

-El Sol ha de serenar tu a lma, divino Errante .. .

-¡El Sol! ¿Sabes tú étcaso, ingenuo pastor o viejo nob le o alfarero

que seas, sabes tú si ·somos los únicos hijos del Sol? ¿Tú sabes si cuan–

do se oculta en las noches va a visitar otros reinados? El amauta Ticti,

el que lo aprisionaba en su castillo, el que anunciaba su co lor, sus tris–

tezas y sus luchas con las· otras deidades, se lo contó a mi padre: el Sol

tiene otros hijos . .. otros hijos y otros reinos ... otros hijos que ven–

drán. . . ¡Sólo ella no vendrá! ...

-¿Por qué blasfemas?... Nada ha dicho el oráculo...

Cha~ca

te

asegura que no hay tal cosa... ¡Serénate! ...

-¿Chasca?... Noble general 1ú lo sabes también, porque tú fui s te

general del gran rey, tú fuist e a su lado en los combates. ¡Chasca Noble

general de Huayna Capac, tú lo sabes también! ...

Y volvió a cantar:

... esa mañana

fresca y lozana,

se marchó- al monte

y se perdió en la vana

curva del horizonte.

Chasca habíase alejado y las canciones del artista iban a morir leja–

namente. El noble guerrero apretó el paso para llegar al puente de mim–

bre. La Luna se elevaba, más blanca que nunca, como ' un copo de nieve

que burlando .el peso, surgiera de los montes azules. Poco a poco se fué

perdiendo la voz de la quena y ya, entre los bosques; del castillo,. escuchó

Chasca los últimos acordes de aquella alma de dolor que lloraba, bajo

la luna:

1

... tal vez el puma que manchó

de sangre roja como el sol

su blanco traje,

cuando soñaba por su mal

bajo las frondas . del pa,isaje. ·:··