..
-27-
J
visto vagar de noche en la luz de la Luna; los labriegos, que !os pája–
ro3, celosos de tu
canto)
te habían sacado
1
los ojos; los guardianes del
Amarucancha decían que al oir tu música te habían seguido las serpien–
tes ,y .te habían devorado. ¿Por qué estás triste y lloras junto al río? ...
-Grande es mi tristeza, noble anciano. Nadie podrá comprender mi
dolor. La música · es el llanto. Imagínate, si eres pastor, haber perdido
como Thalmay, tu rebaño en las nieves; si labrador, piensa que has de–
jado al dormir el Sol, tus maizales frescos y hermosos y que a la nueva
luz los encontraste helados y muertos. . . Esos son pequeños dolores . . . .
-Llaktan, tu padre era triste, tú eres melancólico ; él amó con en–
tusiasmo, tú amas con desesperación; obsequioso era él, pródigo fuiste tú,
¿qué alma tan grande ti enes que Fecorres el mundo y desechas honores
y riquezas?... ¿Qué ll evas en el pecho que te quema tanto? ¿Qué in-
cendio interior se revela en tus ojos?. . .
·
-1
o amaba mi arte, pero no era mi arte; amaba el placer pero el
placer no era. Amo el dolor y e! si lencio ; el dolor y el s ilencio so n.
-El Sol ha de serenar tu a lma, divino Errante .. .
-¡El Sol! ¿Sabes tú étcaso, ingenuo pastor o viejo nob le o alfarero
que seas, sabes tú si ·somos los únicos hijos del Sol? ¿Tú sabes si cuan–
do se oculta en las noches va a visitar otros reinados? El amauta Ticti,
el que lo aprisionaba en su castillo, el que anunciaba su co lor, sus tris–
tezas y sus luchas con las· otras deidades, se lo contó a mi padre: el Sol
tiene otros hijos . .. otros hijos y otros reinos ... otros hijos que ven–
drán. . . ¡Sólo ella no vendrá! ...
-¿Por qué blasfemas?... Nada ha dicho el oráculo...
Cha~ca
te
asegura que no hay tal cosa... ¡Serénate! ...
-¿Chasca?... Noble general 1ú lo sabes también, porque tú fui s te
general del gran rey, tú fuist e a su lado en los combates. ¡Chasca Noble
general de Huayna Capac, tú lo sabes también! ...
Y volvió a cantar:
... esa mañana
fresca y lozana,
se marchó- al monte
y se perdió en la vana
curva del horizonte.
Chasca habíase alejado y las canciones del artista iban a morir leja–
namente. El noble guerrero apretó el paso para llegar al puente de mim–
bre. La Luna se elevaba, más blanca que nunca, como ' un copo de nieve
que burlando .el peso, surgiera de los montes azules. Poco a poco se fué
perdiendo la voz de la quena y ya, entre los bosques; del castillo,. escuchó
Chasca los últimos acordes de aquella alma de dolor que lloraba, bajo
la luna:
1
... tal vez el puma que manchó
de sangre roja como el sol
su blanco traje,
cuando soñaba por su mal
bajo las frondas . del pa,isaje. ·:··