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dentro de su ideario, pero sin comprender el de los pueblos conquistados

y a través de sus relatos puede observarse el espíritu prvenido .de que

venían poseídos. Una de las dificultades con que tropezaron los incas

para dejar constancia de su vida, fué la falta de escritura, pues; como

se sabe, sólo contaban con los kipus, bastante deficientes por cierto, los

que también desaparecieron con los kipucamayocs, destruídos

y,

ejecuta–

dos a raíz de la sublevación de Tupac Amarú, el Inca de Vilcabamba

("pampa sagrada"), durante el virr.eynato de Toledo. Mientras distra–

jeron a los indios en distintos trabajos, la conquista espiritual trató de

.!levar por todos los medios, algo del mundo civilizado. Hubieron varias

personas

q~:~e

escribieron sobre la vida y religión de este pueblo; y otros

que abogaron por mayor comprensión

y

justicia, pudiendo citar entre los

más destacados a Francisco de Vitoria, escritor y teólogo español cuya

dedicación fué muy grande. En sus páginas defiende este autor el respeto

a las creencias de los incas, siempre que no ataque la predicación del

Evangelió. La conquista espiritual es superior a la conquista militar, en

más de una ocasión, pero también son frecuentes, en ésta, la incompren-

sión y la crueldad sectarias.

·

·

La religión de los incas era un politeísmo panteísta; era la adoración

de Ja naturaleza toda, manifestada, ya sea por sus fenómenos atmosfé–

ricos, como el rayo, el trueno (mpu o illapa); ya por los astros como el sol

(inti), la luna (quilla), el mar (cocha), la tierra (pacha), las estrellas

(acllas).

En la política sabia de los íncas no entraba la sumisión absoluta de

los conquistados; se les dejaba aparentemente su gobierno particular, se

les respetaba su culto; se tes sometía a la vigilancia de un jefe y estaban

obligados a rendir culto al sol. Los mitimaes hacían los demás.

En todas las regiones existía el culto del sol y las estrellas, · con sus

huacas, o sean sus dioses menores de modo que, cuando l!egaron los

couquistadores, se encontraron con una gran , mezcla de los dioses ofi–

ciales con los particulares de cada lugar. De todas las fuerzas de la na–

turaleza, a la que le rendían un mayor culto era el Sol, y se explica,

porque es él la fu erza de la producción, que da vida, calor y alegría, por

lo tanto, era lógico que dieran tanta. importancia al astro rey, al que de–

nominaban Inti. Existía además el culto del mar con sus flujos y reflu–

jos;

Mama-cocha,

"Madre Mar" era el espíritu que movía el mar, mientras

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que

Paclzamama,

"Madre Tierra" hacía lo propio con la tierra.

Huira–

tocha

o Viracocha era la "espuma de mar", divinizada también, puesto

que si el mar era un ser movible, su' espuma significaba !a síntesis de ese

movimiento, el alma blanca que en la cresta de la ola lleva su eco y

su calor.

' . Pachacamac y Viracocha eran los dioses principales; el primero como

espíritu .regulador de la tierra, divinidad · de los Yungas, no de los Incas,

dios sanguinario y cruel; mientras que el segundo lo era del mar, dios

blanco, altivo y armonioso como él.

En los comienzos de la formación de este pueblo existían los sacrifi–

cios humanos, pero bien pronto fueron descartados y reemplazados por

sacrificios de llamas.

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