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los cuales el Aymara es un simple dialecto

y no el idioma original y madre que es-,

es posible. Y es hora de que se emprenda

su creación.

EL AYMARA, LENGUA PERFECTA Y COMPLETA

Ya nos parece oír los gritos de sorpresa

con que algunos acogerán el título de este

párrafo. No pocos piensan, en efecto, que,

aun concediendo que el Aymara sea una

lengua completa en sí, no es perfecta,

ya que sería

incapaz de expresar

los

complicados conceptos filosóficos y cien–

tíficos,

culturales,

artísticos,

religiosos

modernos~

Sería erróneo e injusto basarse en esas

consideraciones para declarar que el Ay–

mara es una lengua incompleta e imperfec–

ta. Tantos ejemplos abundan, de lenguas

perfectas y completas, que existieron y tu–

vieron su papel como medios de expresión

de pueblos civilizados en los que no existie–

ron muchos de tales conceptos. Los términos

de expresión en materias filosóficas, cien–

tíficas u otras, fueron apareciendo a medi–

da de

las necesidades; "la función fué

creando los vocablos" poco a poco por inno–

vación de pensadores o sabios audaces. Y

si de un idioma como el castellano pode–

mos decir que es completo y perfecto, ¿qué

se nos respondería si decimos que este idio–

ma nos parece tal, gracias, no sólo a los

innumerables vocablos derivados de

len–

guas afines y contemporáneas, sino a las

17.000 palabras de origen griego que con–

tiene? En todos los idiomas sabios actua–

les, han tomado carta de ciudadanía innu–

merables términos griegos o latinos, y a

nadie se le ha ocurrido deducir de ahí que

ellos sean imperfectos. Como explicaremos

en el párrafo cinco de este trabajo, pensa–

mos firmemente que el Aymara no sólo

puede ser rehabilitado -y que debe ser–

lo- en su categoría y dignidad de leHgua

digna de ser conocida, estudiada y haLla–

da, y como un venerable y auténtico vesti–

gio de una antiquísima cultura vivida

y

for–

jada por nuestros antepasados, sino que es

susceptible de llegar a ser, por poco que se

restaure

-el

orgullo

y la conciencia del sen–

tido telúrico y de las tradiciones de la ra–

za, un idioma capaz de expresar todo cuan–

to es expresable y de traducir en sonido to–

do cuanto es pensable.

Dicho esto, demostremos por qué el Ay–

mara es lengua perfecta y completa, una

lengua que por sí misma y por sí sola re–

vela el alto grado de cultura a que habían

llegado los hombres que lo forjaron y ha–

blaron; cómo y por qué

no

es un idioma

rudim::ntario, ni un dialecto, y cómo llegó

en su evolución lógica, al contrario de los

dialectos y lenguas de los salvajes, a ser

un todo definitivo que contiene todos los

conceptos concretos y abstractos de una

cultura al mismo tiempo guerrera y agrí–

cola, sensitiva y ruda, in:::linada orgullo–

samente sobre la madre tierra y airosamen–

te levantada hacia las estrellas.

Comencemos por su gramática. A la ver–

dad, si tomamos por inmediato punto de

comparación el idioma castellano, no hay

duda de que en el Aymara faltan

aparente–

mente

el artículo y ci·ertas formas verbales.

Pero esta aparente carencia es sólo acci–

dental y sin ninguna importancia grama–

tical. Desde luego nadie ha pretendido que

la lengua castallana sea el paradigma in–

apelable con cuyas formas gramaticales ha–

ya que comparar los demás idiomas para

concluir a su mayor o menor perfección.

Una gramática aymara del año 1603.

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