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CALIDAD

y

ESENCIA

LA LENGUA ·COLLA ("AYMARA")

por

NICOLÁS FERNÁNDEZ NARANJO

ÉVOLUCfóN DE LA "AYMAROLOGíA"

D

E

una vez por todas descartamos de

este estudio la discusión referente al

verdadero .aombre de la lengua de

los antiguos

ColZas.

Admitida la impropie–

dad de la denominación de "Aymara" dada

a este idioma, pensamos, con todo, que ella

ha cobrado título de legitimidad práctica,

ya que no teórica, debido al uso tradicional

y generalizado de la misma. Otros ejemplos

hay en la historia de las lenguas, que ofre–

cen casos parecidos de cambio o extensiÓn

del nombre r·eal de un idioma. No los cita–

mos, no sólo por ser fácil verificar cuanto

decimos, sino también por razones de breve- .

dad en esta disertación.

Por decirlo así, la Aymarología como

tal está todavía en sus primeros balbuceos.

Habiendo sentado un ej-emplo memorable y

hasta ahora no superado Bertonio, la in–

quietud por el estudio del idioma aymara

y por la explicación de su contextura nos

ha dado frutos esporádicos y relativamente

pobres y nada exhaustivos hasta nuestra

época moderna; y podemos afirmar enfáti–

camente que, después de Bertonio, ningún

estudio del Aymara satisface, ya que en

los cultores de esta lengua se alían, extraña

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y lamentablemente, un real fervor por tan

hermosa lengua, un conocimiento práctico

frecuentemente incontestable y hasta pl·o–

fundo, con una ignorancia completa de la

gramática filosófica y de las leyes generales

de la Lingüística. En .efecto, sin conocer las

leyes generales de la contextura lógica de

todo idioma humano y las de la declinación,

de la conjugación y de la derivación, el me–

canismo de 'la aglutinación fonética, el pa–

pel importantísimo del ac·ento prosódico,

y las reglas universales de la clasificación

y transcripción de los sonidos emitidos por

el hombre, es imposible ofrecer otra cosa

que ensayos de aficionados: ensayos inde–

fendibles en el terreno gramatica:l y cientí–

fico, y destinaa·os a subsistir sóló. mientras

no se generalicen los conocimientos apro–

piados al respecto; y no decimos nada del

daño que se infiere al propio idioma y a la

cultura del país.

Durante la Colonia, fué inevitable que

los trabajos de los misioneros españoles Y

de los eclesiásticos nativos se limitélsen a

ser sólo meros manuales religiosos, sin

ningún mérito lingüístico. Ni

fu~

culpa de

tales religiosos y párrocos el que sus traba–

jos, edit1;1.dos o inéditos, adolecieran de erro–

r·es radicales. La sistemática de las len-