Table of Contents Table of Contents
Previous Page  79 / 554 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 79 / 554 Next Page
Page Background

hombre está pues acechado, acosado

y

sos–

tenido al mismo tiempo por un medio cir–

cundante grandioso e irregular, dinámico

y fecundo, qu·e acicatea fuertemente su po–

der de lucha

y

su facultad de organización.

Si es verdad que los montes imponentes

abruman en cierto modo al poblador, tam-

La Bajada a Yungas desde la Cumbre.

bién el poblador se fortalece bajo la rígida

y amorosa tutela de los montes.

A la fórmula noncentista y artificial,

que dice: "en ninguna parte se siente menos

la dulzura de vivir", respondamos con en–

tera verdad: en parte alguna se siente con

mayor nobleza el goce responsable de la

vida, que en el Ande ·es hijo del esfuerzo

permanente, de la

inteligente adaptación

entre hombr.e y suelo.

Veamos al poblador.

Alma de mil _pliegues y repliegues, acci–

dentada como su medio circundante, el

"kolla" es incomprensible al primer con–

tacto. Callado, emp1·endedor, solitario; pro–

penso a la hurañía. A veces, reconcentrado

en sus ideas, esquiva el saludo, se

pas~

de

largo rumbo a impenetrables fines. Pero esa

soledad de montaña suele estallar con plu–

tónica energía; entonces el andino comuni-

53

ca fuerza, es hondamente solidario con el

drama humano. Cargado de electricidad co–

mo su hoya, el paceño sabe cuándo y cómo

movilizará las energías retenidas. Porque

es

Íue~o,

el antiguo fuego cordillerano, el

que cucula por sus venas. En constante

lucha con la naturaleza, organizando·y mo-

Vista de Huayna-Potosí y el Valle de Zongo tomada

desde un. avión del L.A.B., rumbo a Tipuani.

dificando su morada, escalando cerros, sor–

teando quiebras; atajando las tierras que s·e

desmoronan, enjaulando el río que socava

la hoyada, el "kolla" quiere ser y hacer

muchas cosas simultáneamente; de aquí su

aparente volubilidad, su mudanza de ánimo

y de objeto, que es ansia de huída y re–

beldía frente al escenario trastornante. Por

influjo del aire seco, enrarecido, cargado

de electricidad, el paceño tiene los ner–

vios muy aguzados, siempr·e alertas, re–

activos, pero sabe controlar ese exceso de

tensión. Sus humores prontos

y

mudables,

_delatan una mansedumbre aparente y una

fiereza eserrcial. Anguloso, brusco,

irre–

quieto como su suelo, es también impasible

y enigmático. Sabe obrar, sabe esperar. Fin–

ge indiferencia para clavar mejor su zarpa.

Al desorden telúrico corresponde la tem–

pestad organizada del morador. ¿Cómo ex-