guas, la problemática de los idiomas, la fi–
lología comparada eran cosa desconocida
para esos meritorios varones. La lingüísti–
ca y la filología sólo florecerían, por lo
demás, mucho más tarde. Pasada la triun–
fal irrupción del griego en Occidente con
el Renacimiento, sólo el descubrimiento de
la egiptología y de la asiriología devolve-
ducción ineparable de ciertas grafías en la
transcripción del idioma. El
segundo~
es la
escasa cultura gramatical que han probado
tener, casi sin excepción, todos cuantos se
han ocupado hasta el presente de la mag–
nífica lengua de los Collas. Perplejos ante
un sonido aymara inexistente en el castella–
no, en lugar de acudir a las reglas de cla-
El "kelka lipichi", escritura ideográfica en cuero.
rían a los idiomas antiguos su dignidad, y
se hallarían, se "d·escubrirían" las reglas
fundamentales de la gramática filosófica,
yacentes en todos los idiomas hablados en
el mundo. .
Pero en el caso que nos ocupa, dos fac–
tores contribuyeron a retardar la formación
y el florecimiento de la Aymarología: el
uno, psicológico; el otro, de orden cultural.
El primero, es la conocida escasa capaci–
dad de la generalidad de los españoles para
captar ciertos sonidos de idiomas aj-enos al
suyo; con ello, la desdeñosa condescenden–
cia con que consideraban al hombre ame–
ricano y a sus idiomas: de ahí, la altera–
ción de numerosos sonidos y sílabas del ay–
mara, aún en el mismo Bertonio, la intro-
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sificación de los sonidos, se contentaron
con aglomerar, para sus
transcr~pciones,
dos y hasta tres letras que ellos se imagina–
ban figurarían con exactitud un sonido.
Podemos decir, pues, -sin olvidar los
méritos de cuantos nos legaron gramáticas,
"doctrinas", vocabularios y "v,ersos" ayma–
ras- que, fuera de la obra inmortal de Ber–
tonio, la Aymarología científica aun no
existe: los balbuceos y ensayos conocidos,
sin perder nada de sus méritos, no respon–
den en forma alguna (exceptuamos, sin
embargo, con reparos, los prolijos estudios
de don José María Camacho) a las exigen–
cias de una
ciencia de la lengua aymara.
Ahora bien, tal ciencia -pese a cuanto di–
gan ciertos ilustrados primarios, según