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Si fuera nuestro propósito hacer una

gramática completa del Aymara -no lo

podemos debido a los necesarios límites im–

puestos por este trabajo- explicaríamos

las notables particularidades de esta len–

gua, la ausencia de ciertas partes invaria–

bles de

la

oración y su reemplazo ingenioso

con preposiciones o pronombres demostra–

tivos. Pero, antes de estudiar la perfección

de la lengua desde el punto de visto lógico

y filosófico, digamos algo sobre la función

de la onomatopeya en el Aymara, pues ella

es la más poderosa originalidad de su con–

textura idiomática.

En la formación del Aymara todo suce–

dió como si una raza máscula y audaz, co–

locada frente a la necesidad de crear una

lengua, y

no disponiendo

de un idioma an–

terior o superior, madre y fuente del nue–

vo idioma, hubiera creado de una pieza su

sistema lingüístico, a golpe de yunque y

martillo. Por supuesto, hay que alejar de

la mente toda explicación relacionada con

la "convención humana" o la "revelación",

a que aluden los viejos manuales de psi–

cología. No se reunieron en conciliábulos

los primeros viejos

amauthas,

no discutie–

ron ni crearon por convención social su

magnífico idioma. Pero la joven y pujante

raza creó su idioma como un solo bloque,

al igual que la Puerta del Sol, y tal se ha

conservado, esencialmente, hasta nuestros

días, sin otras alteraciones que las vergon–

zantes interpolaciones castellanas. La raza

colla, cuando de crear su idioma se trató,

salió airosa de la prueba, y de la manera

más asombrosa: apeló a la onomatopeya.

La onomatopeya aymara es ruda, áspera,

dir·ecta e impresionista, como lo es el pai–

saje del Altiplano; así como la onomato–

peya en otros idiomas parece seguir el ca–

rácter de las respectivas razas (pues, en

mayor o menor grado, la onomatopeya

existe en todos los idiomas del mundo) :

sensitivo en el ruso (

kalakalá,

campana;

rasgavárivalí,

escolino -con onomatopeya

que imita tan bien el bullicio y la travesu–

ra de los niños en una aula); romántica en

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alemán:

der Wind

(imitando el silbido o

gemido del viento),

der Hund

(imitando el

aullido del perro), etc., porque no acaba–

ríamos nunca.

La onomatopeya aymara se esfuerza por

reproducir, sentido por la sensibilidad vir–

gen y masculina de su gente, el ruido pro-

Un texto de catequización en aymara.

ducido por un fenómeno o una acción, un

ser o una cosa. Y esa reproducción es sor–

prendente por su exactitud interpretativa.

A tal punto es cierto esto (hablaremos al

respecto en el párrafo

cuarto

de este ensa–

yo), que es posible reconstituir, con im–

presionante realismo, la

calidad

de las ac–

ciones, de las reacciones y hasta de la

ética antigua aymara; por ·ejemplo, alegría

infantil del gozo aymara:

cusisíña;

rudeza

del golpe con un palo:

haukk'aña;

ternura

del arrullo:

chhujúña;

decrepitud temblo–

rosa del anciano:

auquili,

viejecillo; el re–

lampagueo intermitente de un objeto ondu–

lante o de una luz indirecta:

lliphiphíña;

la

angustia del grito:

wararíña; la

euforia

gustativa que da lo dulce: ·

mojjsa;

etc.

La onomatopeya aymara se presenta sólo

en el sustantivo, el adjetivo y el verbo.

Ahora hi·cn, y por imprevisto modo, lle–

gamos aquí a uno de los misterios de la

lengua aymara: esta lengua ¿es primaria,