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carácter nacional, digamos, mas bien: an–

dino o "kolla". Porque "kolla" es el ha–

bitante, o el sujeto a la atracción del re–

fugio inenarrable, donde las formas y las

fuerzas terrestres actúan con máxima pre–

sión sobre la criatura humana.

Observemos el medio físico.

Illimani

y

el camino a la mina Urania.

Contorno montañoso, de formas podero–

sas. Vacíos gravitantes. El reino de la ero–

sión y la sorpresa. Clima sano, tónico, es–

timulante. Ni extremo frío ni calores bo–

chornosos. Temperie fluctuante pero ecuá–

nime. Intensa radiación solar, aire seco y

puro. Baja un efecto excitante de las cum–

bres y los cerros, sube un estímulo incitante

de las quiebras y hondonadas. La fuerza de

radiación, los vientos, los contrastes meteo–

rológicos, las variantes bruscas de tempe–

ratura, corresponden al intenso dinamismo

del paisaje: todo sujeto a mudanza y trans-

En el puerto de Pacuni. Quimsa Cruz.

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formación. Se pasa súbitamente de la ac–

tividad al sosiego. Lluvias cortas pero to–

rrenciales. Atmósfera despejada dos tercios

del año y el otro _ tercio nubosa, cargada de

electricidad: truenos, rayos y relámpagos

que acrecientan el imperio del sonido y de

la luz. Hay una esencia fosfórica y una

Ascensión de Nina Kollo, Quimsa Cruz.

tumba! resonancia en la tormenta paceña.

¿Qué sabemos de la tremenda energía ¡·a–

dioactiva que emana del suelo antiquísimo,

asentado sobre tres fases orogénicas y dos

espesas glaciaciones? El "soroche" o mal de

altura, que es un proceso de atropellamien–

to, la necesidad de adaptarse al medio es–

quivo, es en el fondo el tributo que la tiena

exige a su poblador: el hombre llegará a

longevo si comprende la duranza extraor–

dinaria del suelo, su po9er de plasmación

y fortificación.

Esa multiplicidad de estímulos físicos

actúa violentamente sobre el hombre. No

es verdad que falten aire, fuego, agua. El

aire paceño tiene un especial poder psico–

físico de reparación: levanta energías. La

tradición dice que la ciudad se asienta sobre

el cráter de un volcán extinguido, y aunque

la geología no lo confirme, las tobas volcá–

nicas que circundan el inmenso agujero,

hablan de un plutonismo secular. El agua

desciende abundosa de los glaciares y ven–

tisqueros, y nace también por efecto de la

humedad creada por la arborización. El