Table of Contents Table of Contents
Previous Page  64 / 554 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 64 / 554 Next Page
Page Background

ple su destino, con la naturalidad de que,

en ello, está el deber que no se rehuye.

La proceridad de La Paz, viene de lejos.

No es inexplicable, si recordamos que está

ubicada cerca de otra capital cuyas ruinas

nos . dicen que allí estuvo el centro motor

de una vieja cultura. La pasión por la li-

y por el obrar. Sus arquetipos fueron re–

presentados y prefigurados por los genia·

les artífices tiahuanacotas que, en sus es–

culturas, pusieron alas en los hombros de

sus

mallcus,

y alas junto a sus ojos bien

abiertos. Simbolizaron al hombre que se

vence a sí mismo y que sabe domar a la

Ruinas incaicas en una isla del lago Titicaca.

bertad del paceño, también viene de siglos

atrás. Y quien es apasionado por la liber–

tad es un idealista. Si no existiesen los

hombres en quienes la decisión de luchar

por ser libres no se prendiese como una luz,

los pueblos serían esclavizados sin remedio.

En esta pasión por la libertad debemos ver

también su contenido justiciero, vale de–

cir, quijotesco. Por eso no es extraño que

sus héroes, que murieron por la libertad,

no la vieron resplandecer ni en su agonía.

La Paz es, pues, ciudad de abolengo in–

dígena, por la sangre y por el paisaje. Los

poderes cósmicos de los

Antis

-nombre

aymara- y los horizontes infinitos de la

pampa, nos han conformado, espiritualmen–

te, a su imagen. Montañeses y altiplánicos,

los andinos, son obsedidos por la libertad

42

naturaleza, en el

mallcu kunturi,

el cón–

dor guía y jefe, el ave más poderosa de la

creación. En esas figuras, incomprensibles

para la inteligencia occidental, está la

metáfora audaz y llena de sentido del

hombre que tiene que armonizar su dina–

mismo con el viento, que debe templar su

voluntad con las alas del espíritu, para no

ser vencido por el Ande y la pampa, y que

ve, en fin, la desnuda realidad de su mun–

do transparente con la agudeza del ave

tutelar. Y está figurado el hombre superior

-no el superhombre-, en el

Mallcu,

el

jefe; y en el

Khapa,

el diligente, presto a los

caudillajes constructivos. En los pétreos

relieves también está el sacerdote, que cala

en los misterios de su mundo y en los de

la vida, coniunción de místico y de realis-