Amautas y Apus, predecesores de sus pr.o–
hombres históricos.
Aún no existe acuerdo sobre el verdade–
ro nombre de la
marca
o pueblo indígena
que sirvió de asiento a la ciudad fundada
por Alonso de Mendoza. Para unos el pue–
blo se llamó
Chuquiagu;
para otros
Chu–
quiapu.
El acta de fundación consigna es–
tas palabras: el
pueblo de Chuquiabo,
adul- ·
teración, sin duda, de
Chuquiagu.
Por
otr~
parte, tenemos que el río de la comarca es
corrientemente nombrado, hasta hoy, con
la palabra
Choqueyapu.
Como puede obser–
varse, tanto el pu·eblo como el río tienen
denominaciones muy semejantes. En ambos
casos, se trata de palabras compuestas, en
las que, tanto la primera como la segunda,
son muy parecidas, lo que da lugar a con–
fusiones. El escritor Zacarías Monje Ortiz,
en su libro
Fundación de la Ciudad de La
Paz,
se interroga: ¿el río dió su nombre a
la
marca
o viceversa? En rigor lógico, no
puede formularse esta pregunta, porque no
se trata de una misma palabra que sirva
para denominar tanto al río como a la
mar–
ca.
Y si así ·fuese, habría que pensar que
primero se nominó al río y después a la
población que se formó en su cuenca.
La etimología de estas palabras
-chu–
quiagu
y
choqueyapu-,
lejos de aclarar en
su significado lo que representan o nom·
bran, acrecientan los malos entendidos, y,
traduciéndolas literalmente, no resuelven el
problema. En primer término, veamos la
etimología de la palabra
Choqueyapu,
el
nombre del río: trátase de la palabra for–
mada por
choque,
que significa papa y
yapu,
chacra; la traducción literal sería:
chacra de papas, denominación inaceptable
para un río, por mucho que se asocie la
idea de ser éste utilizado para el regadío.
La palabra
chuquÜJgu,
se descompone en
chuqui,
que es el nombre de una caña fi–
na, utilizada antes, según algunos investi–
gadores, en la fabricación de lanzas; y la
palabra
agu
-adulteración de
apu-,
que
39
significa jefe supremo. Sería, por
tanto~
una
~enomin~ción
simbólica del pueblo que
retem~
un pnmado o primacía, dándose por
en~end1do
que la lanza representaba un
equivalente al cetro o vara, utilizado hasta
nuestros días por los aymaras cuando ocu–
pan una función de mando.
Tipo indígena de la comunidad collana.
Es más aceptable la siguiente interpre–
tación de la palabra
Choqueyapu
como no–
minativa del río, con la siguiente etimolo–
gía:
chuque
o
chuqui,
como adulteración
de
choque,
que, según autorizados ayma–
rólogos, significa oro o metal precioso
y
y.apu,
chacra; o sea, chacra de oro, deno–
minación metafórica al río de placeres au–
ríferos. Existe otra palabra,
choquemata,
con que se denomina a los criaderos de oro.
De estas aclaraciones, se inferiría •que la·
denominación del pueblo fué tomada del
nombre del río, lo que es más verosímil si
consideramos que sus primitivos habitantes
se dedicaron al ·labor·eo del oro, utilizado
con profusión en la cultura Tiahuanacu.
La pr·ehistoria de La Paz nos revela estos
hechos significantes: primero, que su pasa–
do es tan remoto que se confunde con los
orígenes de las sociedades preincaicas,
y
segundo, que sus fundadores fueron los
aymaras. La personalidad que llegó a ad–
qmnr como ciudad, en el decurso de su