fica con la
gens
griega, que es "la familia
consanguínea con un antepasado común, de
donde proceden las demás formas de des–
doblamiento humano". Contrapone esta su
tesis a los sociólogos que sostienen, que en
la búsqueda de las primeras agrupaciones
que puedan llamarse con fundamento socia–
les, debe partirse de la horda. En efecto,
es la agrupación familiar, la
gens,
y en el
caso que nos ocupa el
ayllu,
la forma social
en la qu·e realmente existen vínculos du–
raderos, convivencia y relaciones interhu–
manas. Otras formas de agrupación, como
la horda y la fratria, por lo mismo que en
ellas no existen inter-relaciones estables, no
pueden, propiamente, denominárselas aso–
ciaciones. Son anteriores a la
gens,
no las
caracteriza la permanencia de la vincula–
ción y, por tanto, no pueden ser conside–
radas como formas sociales con visos de
organización y estabilidad. La evolución
social de los primitivos habitant·es de la
meseta debe, pues, partir en su estudio del
ayllu.
Si vinculamos el hecho de haberse
generado en la hoya del Titicaca una cul–
tura, con estas consideraciones de índole so–
ciológica, forzoso es concluir que esta for–
ma social pertenece al proceso germinati–
vo de dicha cultura. Por otra parte, como
sostiene Saavedra,
ayllu
es un vocablo ay–
mara. Y, paralelismo sorprendente: el
ay–
llu,
como el
gens
griego, el
genos
latino y
el
ganas
sánscrito, significa generación o
parentesco. La palabra que en aymara sig–
nifica el sexo masculino, es casi la misma
que denomina al grupo familiar y,
jallu,
qu·e quiere decir lluvia, tiene el sentido del
poder fecundante del agua.
El primitivo
ayllu
aymara es, por tanto,
un grupo cuya característica es el vínculo
familiar. Es la familia fuertemente articu–
lada, ya no únicamente por la consanguini–
dad, sino por el trabajo. Y para que hubie–
se adquirido esta modalidad, que acusa una
clarísima proyección social, es preciso con–
siderar las condiciones del medio. La mese–
ta, si bien no es inhóspita ni adversa para
la vida, exige de sus habitantes el máximo
esfuerzo para hacerla productiva. Obligó–
les, desde los comienzos de su organización
familiar, al trabajo cooperativo o comuni–
tario. Todos los componentes de la familia
-hombres, mujeres y niños- debieron
contribuir al sostenimiento del
ayllu.
Nú–
cleo social con estas dos características, de
la I'elación familiar y del desempeño de una
función solidaria y colectiva, es lo que lo
particulariza. En ello radica su poder de
arraigo, su vigorosa consistencia social, su
capacidad de supervivencia y su posibilidad
de alcanzar nuevas formas más amplias, en
un proceso de crecimiento que, sin perder
su coherencia, dió origen a la formación
de comunidades territoriales, de pueblos y
distritos, hasta culminar en una extensísi–
ma organización estatal. Es decir, hizo po–
sible el advenimiento de las instancias de
orden político.
B.
Saavedra en su -estudio del
ayllu
como
tema de sociología americana sostiene, con
fundamento, que de su primitiva constitu–
ción de núcleo familiar tomó "después.
otras formas de convivencia social más.
amplia, extensa y económica". "Es posible
afirmar -añade- qu·e el
ayllu
llega a ser
en cierto momento un clan agrícola y coo–
perativo y una comunidad de aldea o
mar–
ca".
Son las instancias en las cuales, ade–
más de las relaciones familiares, nacen otras.
como consecuencia del dominio sobre por–
ciones cada vez más extensas de territo–
rio. Lo mismo puede decirse del
clan
de
índole pecuaria en el que, fuera. del domi–
nio sobre el ganado, gravita otro en los cam–
pos que lo sustentan. Al reunirse los
ay–
llus
para el cultivo o para la crianza de
animales que, como queda dicho, obliga a
una efectiva conquista territorial, nace la
organización política mediante la autoridad
de un
ayllu
cabeza o jefe. Cuerpo social
y
,- político único, donde la jefatura del
clan
no correspond·e a una persona, sino a la
comunidad de origen. Trátase de formas so–
ciales concéntricas y armoniosamente equi–
libradas. Sus ramificaciones van sostenidas.
por el tronco generador, con tal distribu-
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