Proceso semejante al que hemos descrito
hasta el nacimiento de la
marca,
debió ope–
rarse en esta cuenca del
Choqueyapu.
El
sitio del primitivo pueblo aymara corres-
Un gran cacique colla.
ponde al barrio de San Sebastián. Su centro
de actividades fué
Churupampa,
la expla–
nada de los caracoles. Su edificación debió
corresponder al
ayllu
-cabeza mejor dota–
da de capacidades directivas-'- o al ·que pri–
meramente· se estableció en la hondonada.
Diseminadas, a lo largo de ella, existían las
comunidades de
Purapura, Achachicala,
Panticirca, Chijini
y otras. Hasta hoy que–
dan vestigios de la importancia que llegó
a adquirir esta
marca
que, mucho antes de
la fundación del Cuzco, comenzó su proceso
de crecimiento. Tuvo sus gobernadores en
los
Mallcus
y
]ilacatas,
muchos de cuyos
nombres perduran asociados a les de sus
solares, funciones o a su intervención en
hechos memorables, tales como
Quirquin–
cha, Uturunco, Chuquimia, Tintuyu
y
Ni–
na.
La
marca
preincaica tuvo su templo,
que inducciones no muy forzadas permiten
afirmar que estuvo situado donde se edificó,
después de la fundación española, la iglesia
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de San Sebastián. El tambo de Quirquincho
viene a ser la posada más antigua de la
mar–
ca
y de la ciudad. Posiblemente se adaptó
la residencia del
]ilacata Quirquincha
a los
usos de
tampu.
Existieron muchas casas
colectivas -los
u.yus-,
suerte de falanste–
rios, que, dada la organización colectivista
que proviene del
ayllu,
no es aventurado
asignarles ·esa modalidad. Así el
Kunti-uyu.
el caserón donde las amas de casa se pro–
veían de material para sus tejidos; debió
ser un taller colectivo destinado a preparar
tales materiales para el uso doméstico. Su
ubicación dió
d
nombre a la calleja Conde–
Huyo, adulteración castellanizada de
K.un–ti-uyu.
El callejón Viluyo debe su nombre
a otra casa colectiva que, por su color, fué
conocida por
Wila-uyu,
el caserón rojo. El
puente que une la actual avenida América
con la calle Figueroa, sobre el riacho
Apu–
malla
fué denominado
Uturunco,
apodo
posiblemente de algún
!ilacata
notable -ya
que Uturunco significa animal imagina–
rio-, a la vera de cuya vivienda se cons–
truyó la prehistórica
chaca
(puente). Una
acequia, construida a la altura d·e las calles
J
iménez y Linares,
Larcapata,
dió su nom–
bre a toda una barriada del pueblo. Lo
mismo puede decirse d.e
Challapampa
o
planicie de arena, que hasta nuestros días
designa a una zona de la ciudad.
La
marca
precolombina ·estaba dotada de
sitios públicos donde sus moradores se ex–
pandían en sus fiestas o reuniones. Los
nombres de estos sitios son por demás sig–
nificativos y nos revelan los usos. a que es–
taban destinados. Tales eran
Cusisiñpata
o
Cusipata,
el morro de las fiestas; y
Muna–
siñpata
o
Munaipata,
la altura donde era
permitido el galanteo, sus derivados y con–
secuencias.
Queda
el
nombre de un regidor que de–
muestra, claramente, que
Chuquiagc·
era un
centro activo en el beneficio del oro y es
el de
Chuquimia.
Debió éste su nombre a la
función a que estaba destinado. Esta pala–
bra que se descompone en
chuqui,
oro, e
ima,
el custodio, es suficientemente explíci-