s·er desempeñados por nobles o plebeyos y
ésta fué la más valiosa conquista alcanzada
por el pueblo en los primigenios días de la
ciudad.
Los Cabildos abiertos se reunían con la
presencia de todo el pueblo y de este hecho
advino la potestad del pronunciamiento,
saba merced al comercio de la coca y de
los tejidos que enyiaba a las minas de Po–
tosí, el Cabildo se transformó en un centro
de agitaciones id·ealistas, cada vez más cla–
ras y perentorias. En Chuquisaca, los gran–
des oidores de la Real Audiencia de Charcas
se ejercitaban en los silogismos; en Potosí,
Salón de sesiones de la Municipalidad de La Paz.
cuando graves acontecimientos reclamaban
decisiones respons-ables e inmediatas. Mien–
tras el rey y sus representantes nombraban
corregidores, alcabaleros, intendentes y ofi–
ciales de real hacienda, por una maestra
intuición el pueblo se aferraba al· Cabildo,
al que tenía acceso, y así supo darle su
aliento hasta convertirlo en un baluarte de
su seguridad y vida. Véase por qué en mu–
chos lustros las disputas por' el predominio
en el Cabildo fueron enconadas y de tras–
cendentales consecuencias. En Potosí, la
dramática lucha de cien años, entre 'Vicu–
ñas y Vascongados, fué una disputa de
cabildantes y comuneros y de sus parciales
o bandos del pueblo.
Mientras la población de La Paz progre-
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aventureros y chapetones cruzaban espadas
por ·el honor de la dama o tocados de la
ambición de los lingotes de rosicler; en tan–
to que en la Intendencia de La Paz traba–
jaban, sin desánimo, gentes de toda condi–
ción y paralelamente crecía el Cabildo, acu–
ñando fueros, prestigios y caudales, hasta
afirmar las libertades mínimas, la tranqui–
lidad y el decoro de la población. Purante
el asedio de ' la ciudad por Tupac Catari,
el Cabildo tomú parte activa e importante
en la defensa y merced a sus desvelos y
precauciones se salvó de ser destruída por
el alud de los indios sublevados.
A tanta altura habían llegado entonces
la ciudad y el prestigio del Cabildo pace–
ño que ·el virrey y sus obsecuentes lugarte-