Y esperaba, insistiendo en el mismo error
de Ballivián, ser llamado, como salvador,
para domar el potro de la anarquía.
UNA BONDADOSA INCAPACIDAD Y UNA
IMPLACABLE TIRANíA
La transmisión del mando constituyó una
novedad. Los gobiernos anteriores fincaron
su poder en las armas. Como constructores,
se destacaban Sucre, Santa Cruz y Balli–
vián; Velasco fué sombra anodina, adheri–
da al uniforme militar; Belzu, representó
la demagogia, la exacerbación de las masas
y el odio a las llamadas clases superiores.
El general J org·e Córdova, valiente en las
peleas, era todavía una incógnita. Suponía–
se que sería un eslabón belcista. Sin embar–
go, no fué así: se alejó de las masas, en una
tentativa de conciliación nacional, para lo
cual no poseía cualidades.
lnicióse d·eclarando que no existían de–
lincuentes políticos y dictó amnistía. Dis–
puso la repatriación de los restos del ge–
neral José Ballivián, la celebración de ho–
nores póstumos, con uso de luto para los
funcionarios públicos y el ejército; ratificó
la disposición de montepío en favor de los
herederos y la construcción de un mausoleo,
en el cementerio de La Paz, con la siguiente
leyenda: "Salvó la independencia de su pa–
tria el 18 de noviembre de 1841".
El general Gonzalo Lanza, antiguo bel–
cista que trabajaba por cuenta de don José
María Linares, se insurreccionó en la pro–
vincia Omasuyos, formó una división y pro–
poníase tomar La Paz. Era el 14 de sep–
tiembre de 1855. El18lo derrotó el coronel
Demetrio Molina en Pucarani, con los gen–
darmes y los inválidos. Esa misma noche,
una poblada linarista atacó el palacio de
La Paz; fué dispersada. Entonces el Con–
greso, reunido en Sucre, declaró la patria
en peligro y clausuró sus labores. Y Cor–
dova asumió la suma de poderes, dejó sin
efecto la amnistía, creó cortes marciales
en La Paz y Sucre; ordenó recompensas y
premios a los vencedores de Pucarani; me-
dalla de oro para el Prefecto de
La
Paz
y
de bronce para los combatientes. Para el
belcismo, que retenía cargos de influencia,
fué la señal de la persecución: Arrestó a los
opositores de
La
Paz, y sus provincias. "Las
cárceles y cuarteles de la ciudad se vieron
llenos de innumerables presos políticos".
De los procesos derivaron penas de muerte,
conmutadas después.
Llegó a La Paz el gobierno a fines de
enero de 1856. Hubo recepción, ceremonias
1·eligiosas, desfile militar. El último día de
enero se propalaba una nueva amnistía, la
segunda, para desarmar la animosidad pó–
lítica. Hubo un mes de paz relativa en el
cual se resolvía el des-engaño del belcismo
y la desconfianza de los otros bandos. Cór–
dova quedaba al centro, con numerosos ad–
versarios sañudos e irreductibles, y sin
amigos.
En tales días se dedicó a la administra–
ción, creando en cada Departamento una
Junta Inspectora de Obras Públicas, presi–
dida por el prefecto y con atribuciones casi
edilicias; promovió instituciones encargadas
de proteger la· enseñanza primaria; pensó
que no habían cároeles y recomendó que se
las haga "cómodas y seguras"; encargó a
"apoderados fiscales" la matriculación y
empadronamiento de los indígenas contri–
buyentes; restableció en los colegios la en–
señanza del francés; reglamentó la práctica
forense en las universidades. La Junta Ins–
pectora de La Paz se dividió en tres comi–
siones: para ocuparse de los trabajos de la
recova, de la catedral y de vialidad; la
primera disponía de 2.500 pesos mensuales
destinados a un mercado, dos cuarteles y un
circo de toros; la segunda, con igual suma
al mes, se concretaba a la construcción de
la casa religiosa, y la última, a caminos.
Córdova se quejaba, en un decreto:
" ... el presupuesto de gastos de la Repú–
blica ha crecido notablemente a causa de
haberse aumentado las diferentes listas, ci–
vil, eclesiástica y militar, no menos que las
pensiones acordadas por razón de montepío,
de cesantías, jubilaciones ... " Aumentó las
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