labrantío o la tierra baldía. El valle de
Potopoto
era distancia lejana, tierra de San
tibio regazo como el
Obraje
o
Calacoto.
En
el
mismo centro gráfico o los confines,
los nombres recuerdan voces aimaras, to–
ponimia regnícola:
Achachicala, Chojña-
por el voceo del
sereno
que pregonaba las
horas y el tiempo reinante. En los lugares
donde se manifiesta lo sobrenatural, lo
extraordinario, que causa el miedo de la
gente y lo dilata, se levantaban cruces de
madera, tal la "Cruz Verde", que alejaban
El Mariscal Antonio José de Sucre.
larca, Achocalla, Chuquiaguillo, Purapura,
Quilliquilli, Chaqueri, Laikakota, Cusipata.
Del mismo modo, la designación de las co–
sas, los alimentos, las medicinas, la fruta,
las flores.
Al correr la noche, algunas esquinas per–
manecían alumbradas por faroles de velas,
y la calma silente transcurría
~nterrumpida
la asechanza diabólica. En las noches no
caminaban las personas cristianas, porque
afuera discurría el pavor, se agazapaba la
sorpresa.
Las mañanas empezaban con la limpie–
za de los inmensos patios -que ya no eran
castellanos, porque en la construcción el
obrero nativo puso una parte de la suyo-,.
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