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tener el cuello muy delgado, y cuando se lo ·

puso en la horca, se arraneó la cuerda, or–

denándose entonces su degüello. La senten–

cia de muerte del Pr·esbítero José Antonio

Medina, el notable cura de Sicasica, fué a–

plazada entretanto se consultaba al Virrey.

A Manuel José Cossío, condenado a presen–

ciar la ejecución de sus compañeros, y,

montado ·en un burro, a dar vueltas la Pla–

za, pasando por debajo de las horcas, lo

enviaron por fin al presidio de Bocachica

por diez años.

Una segunda sentencia, pronunciada por

el mismo Goyeneche, envió al cadalso a los

patriotas Ramón Arias, Francisco Javier

lriarte, Manuel Cáceres y Miguel Quene–

llata.

La glorificación.

Cuando desempeña–

ba las funciones de Alcalde Municipal don

Humberto Muñoz Cornejo, celoso vigilante

de la revalorización de las grandes

fig~ras

de la historia pac·eña, fueron hallados los

restos de don Pedro Domingo Murillo y de

don J

ua~

Bautista Sagárnaga, que, según

referencias históricas y testigos que decla–

raron en el proceso contra los protomárti–

res, estaban enterrados ·en el templo de San

Juan de Dios, debajo del primer altar de la

izquierda.

El hallazgo de las reliquias, que fueron

identificadas por varias comisiones organi–

zadas por los "Amigos de la Ciudad", dió

lugar a una serie de actos solemnes, prepa–

rados por el mencionado Alcalde, que al–

.canzaron su culminación en los realizados

el 29 de enero de 1940, justamente a los

130 años de la inmolación.

En esa oportunidad se pronunciaron be–

llísimos discursos y se escribieron enjun–

diosos artículos exaltando la significación

del 16 de Julio en la Historia de América.

Así, Monseñor Egidio Lari, Nuncio de.

~u

Santidad, 'entr·e otros bellos conceptos, ex–

presaba: "Dentro del grandioso marco his–

tórico se yergue la figura de don Pedro

Domingo Murillo, el adalid, el héroe, el

corazón y la voz de la independencia de

América. Es un deber para los pueblos

hispano-americanos recordar que la prime–

ra _sangre vertida por la causa de la indepen–

dencia fué sangre de Bolivia, la de Murillo,

Sagárnaga y los otros protomártires. Pueblo

noble y heroico de Bolivia, cuna d·e la in–

dependencia americana, recibid por mis la–

bios la admiración y la más profunda sim–

patía del cuerpo diplomático presente en es–

te acto". ,

El doctor Diego Carbonell, culto histo–

riador y diplomático, en nombre d·e las Re–

públicas Bolivarianas, trazaba así una pági–

na de historia: "Ante las cenizas centenarias

las gloriosas banderas del continente, reco–

gidas y agrupadas en una silenciosa admira–

ción de gloria forman en torno a las reli–

quias venerables, un poema de colores ra–

diantes con fulgores de epopeya. Están en

íntimo regocijo unidas todas como lo aspi–

raron siempre las banderas hermanas y co–

mo para exaltar eh el ritmo de sus matices

el homenaje romano que como en la Roma

cesárea ofreció el ansiadp premio de la

apología a los grandes conductores de la

idea de la conquista. Pero escasas veces se

presenció en América s-emejante exterióri–

zación del símbolo patriótico como en ésta,

porque están vacíos muchos sepulcros de la

Historia, pues fué ayer apenas, cuando un

grupo de sabios identificó los despojos del

Gran Mariscal de Ayacu·cho".

El ·entonces Ministro de Educación, Dr.

Anioeto Solares, decía: "¡La Patria libre!

La revolución del 16 de Julio de 1809.

Halagadora ilusión, ensueño másculo, vér–

tice de superación y aquellos hombres de

1809 encendieron· la hoguera y movidos por

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