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LOS CRONISTAS DEL PERU

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CAPITULO IV

VESTIGIOS HISTORICOS DE LA TRADICION INCANA

En

el Tawantinsuyo hubo tradición nacional, naturalmente con ciertos re–

paros. Así hemos distinguido ia tradición popular de la oficial. Quedan sos–

pechas que. hl.lbo tradición imparcial, veredicto justo de los hechos en amau-

' tas y k'ipucamayos; más probabilidad hay, dado el ·autocratismo incaico, que

esta tradición haya sido sólo oficial, ladeada al criterio y convenien<;ia políti–

ca del Inca

rein~te,

acalÍándose, para siempre quizás, .los hechos que criti–

caban los intereses del momento, los del vencido; ya sea particularmente, ya ·

del a.yllu o

dina~tía

imperante.

La existencia histórica de los k'ipucamayos está. demostrada por los re–

latos de los Cronistas. AqUellos fueion vistos

y-

oídos en persona, oficialmen-

'

te, en las investigaciones de los gobernantes

~principalmente

en tiempos del

licenciado Vaca de Castro

y,

más tarde, por don Francisco de Toledo,

Las

famosas Informacines de los Quip1,¡camayos, mandadas practicat dtl!'ante su

gobierno (1542 ó 43), que fueron descubiertas en 1892 por Jiménez de la Es–

pada. Perc desgraciadamente estas informaciones fueron fragmentarias e in–

conexas porque estos funcionarios reales incásioos habían sido casi extermi–

nados por los bárbaros y crueles generales de Atao Wallpa, en su toma y sa–

queo del Cusca, vencido el Inca Wascar. Kiskis y Chalkuchima, después

de cometer tropelías sin nombre. en 'la capital Imperial, después de pasar a

·cuchiH.o a c-asi toda la nobleza de los orejones en

pre~encia

de Wascar, para

que no quedase otra tradición sino la de su jefe Atao Wallpa, mató también

a los k'ipucamayojs y sólo pocos ..lograron escapar y se ha1laban diseminados

y amedrentados, hasta que el gobernador, Vaca de Castro los mandó reunir

y tomar de

~llos

información oficial. Sin embargo ojos y oídos españoles vie–

ron y oyeron la tradición

sa~ada

de manos y boca de

,es~os

funcionarios

del extinto T-a<Wailtinsuyo,

El Virrey don Francisco de Toledo mandó tambien tomar

ln1qrmación

Oficial

a los caciques de los lugares del tránsito, en su visita de Lima al Cus–

ca, y aunque ya no son los mismos K'ipuoaÍnayus, son los caciques o cura–

cas, señores

terri~oriales

que aun gobernaban

aeJ.os

indios a la usanza incaica,

quienes se los dieron, pero valiéndose tanto de la tradición oral como de sus

dependientes kipucamayos provinciales, y aunque sea relativo el. valor de

estas informaciones, por la tendenciosa intención casuística imperante en la

época, cual era el de justificar la conqufsta, tienen el mérito de haber sido

tomados "in situ" y nos demuestra .que existía tradiclón ininterrumpida desde

la ·época de los Incas.

Esta misma tradición, ya de modo oficial; por furtc;ionarios

ad

hoc nombra–

dos por la Corona, ya de modo particular, principalmente por los frailes evan–

gelizadores, es tomada en diversas partes del Perú, por los llamados

ero-