LOS CRONISTAS . DEL PERU
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con sólo una nave mal ca·lafateada, en el Amazonas, quiere coronar un
Prín~
cipe del Perú, victimando al que sea infiel a\mque sea con .la vista; preten–
diendo reconquistar el Perú de
Jo~
propios españoles, tomando Panamá dán–
dose vuelta al Continente
.y,
acorralado en triste isla, matando con su propio
puñal a su bella hija y mostran<;b su pecho a la meior puntería. Humanismo
democrático el de los cabildantes del Cusca, que se enfrentan por tres v-eces
a la durísima y férrea voluntad del inflexible Virrey Toledo cuando éste les
impone que voten un alcaJde que conviene a los intereses reales; sólo los
arcabuces y las espadas pretorianas imponen el voto o destierro en masa a
Chile! ¿Y no es humanismo democrática el de Toribio de Mogrovejo, pri·
mado de Ai:nérica, que sorprendido por la guardia palaciega en su caritativa
tarea de llevar en sus hombros a un infeliz enfermo, contésta al "quien vive"
con Toribio, el de la esquina? No es de extrañar que, con su ejemPlo, broN
tara una Rosa de
~ima?
Y sangre de comunero llevaría el obscuro fraile lector de los insornnios
del absoluto rey don Felipe 11, cuando cansado a med,ia noche cierra el
li–
bro que leía su realeza, y cuando éste le dice
·~todavía
no tengo sueño", "yo
sí, majestad" es su respuesta, saliendo· de la alcoba real. Por eso el filósofo
Hegel califica al español del
sig.loXVI, como el prototipp del caballero
q.e
todos los tiempos; y el inglés Haveloc. Ellis dice: "Espafia representa ante
todo la suprema actitud de una manifestación primitiva y eterna del espíritu
humano, una actitud de energía heroica, Cl.e exaltacióp. espiritual, no ya en–
cami:g.adaa fines de comodidad o de medro, sino a los hechos fundamentales
de la
existenci~
humana''.
Y no es sólo la codicia, lo sanchesco, como pretenden los poco com·
prensivos o -los abanderizados, , la característica del alma española de esta
·época, sino también la gloria, el honor, el poder, lo quijotesco. Díganlo Al–
magro, repartiendo todo su oro y plata en el Cusca a su soldados para ani–
marlos a ·partir" a las inhóspitas tierras cJ:ileno,s; ·o Alvarado, dejandd ·sus ri·
quezas de Guatemala para quitar a . Pizarra la gloria de conqUist9-or del Pe-–
rú:
a Valdivia, labrando bajo guardia permanente la tierra que sólo da arau–
canos temibles o mapuches feroces; o es el Duque de Alba que manda ere- ·
gir su propia estatua en tierras de Bandes, y cuando alguien reprocha su
egolatría responde, "quiero que los enémigos de - mi patria, al insultar
mi
estatua se
olvid~n
de vituperar a mi rey".
.
Donde éiescuella. con preponderancia el español
d~l
· siglo· de la con–
quista es en su imperialismo religioso.
La
religión cristiano-católica la sien–
te como el grito de Imperium. Este sentiq¡.ientó, que lo cree est4 encomen–
dado por Dios a su pueblo
y
a su
ra~a,
le mueve y
~le
impulsa a la acción que
se
traslu~e
en los
grand~s
descubrimientos marítimos y
~n
las tumJJltuosas
conquistas por tierra 9-e infieles, y es el justificativo pleno de sus actos, por–
que antes que su propio rey, raza y nación, está su Dios, ante quien está
obligado a darle un mundo entero. La religión atempera a veces sus tem–
pestuosas
pasion~,
es · pretexto otras, des9raciadamente, para saciar sus ape--