Table of Contents Table of Contents
Previous Page  38 / 262 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 38 / 262 Next Page
Page Background

.34

JULIAN SANTISTEBAN OCHOA

seria. Porque ellos tenían una alegre confianza en sí mismos .y un optimis–

ta mirar ·sobre-las cosas. .No supieron distinguir entre esta u otra vida: igno- .

raban de sanciones ultral.errenas; ni tenían, para ellos, sentido esas palabras

que son la pesadilla de nuestro siglo: ricos y pobres".

Al tratar del indio volvemos a nuestro mismo criterio histórico obje–

tivo con que nos referimos al español: rii ángeles . ni bestias, .simplemente

hombres,· producto telilrico del Ande, de su propia cultura americana que

no

~ospechó

sfci:4iera del occidente; tampoco podemos tratarlos dialéctica–

mente, como lo plantea el marxismo y como algunos se acomodan: tesis (lo

indio), antítesis (lo español), síntesis (lo mestizo); porque para que haya antí–

tesis es. necesario que éste sea lo

contrario,

y lo hispano no es contrario sino

diferente,

la fusión de ambos, es decir el· mestizaje peruano no es síntesis

sino <;ohesión. Lo interesante es investigar esta cohesión, para fo;rmar crite–

rio de lo que es actualmente la, realidad nacional.

Penetrando la psiquis indígena, desde dentro,

y

sUuándonos en el pun–

to de vista peruano y no

extran~ero

(que siempre es sospechoso), desde el

' escenario donde vivimos y palpamos al indio,

podr~mos

descubrir sus victos

y sus virtudes, lo humano de su existencia, sin las exageraciones que

pl~teó

el fraile Las Casas y las fantasías idílicas de los tendenciosos sajones, y· tam–

bién sin lo despectivo de los opresores blanoos, llamados gamonales. Si ana–

lizamos/ el saludo kechua "ama 1lulla, ama sua, ama keUa.", ("no seas mentira-

' so, ni

ladrón~

ni perezoso)') encontráremos que ·el indio tuvo y aún tiene es–

tos tres vicios metidos muy hondo· en su subconsciente. Cuanto arraigado

encontrarían los Incas en sus súbditos estos tres

denigant~s

vicios, que lea

obligaban a saludarse así.. A)ln

1

más, las

~nas

que impu¡ieroh para des–

arraigarles estas taras eran severísimas. Sin embargo, sabemos que no lo–

grardn su

intent~.

Superviven en su alma, en forma casi indestructible, tanto

más que él es por naturaleza eminentemente conservador, consecuencia de

su socialismo primitivo, enerp.igo de la innovación y del progreso que nece–

sita siempre el aporte individual. Lo individual ·había muerto én las masas.

sumidas de pleno en el estado que lo absorbía todo, hasta los actos más–

nimios, incluso el

co~er

y el vestir. Se conúa públicamente y sin variar el

menú. El tucuyricuj vigilaba. Se vestía según la edad y ·el sexo, no se

co–

nocía la moda ni la variación; era el reinado de lo monótono y lo geométri–

co. Pero el indib de ayer y de hoy nos admira con su constancia en la rea-

'

.

.

lización de sas actos, qué

le

hicieron verificaT grandes obras y monumentos,

incluso obrás artísticas de gra nvalor. Ello.s exploraron y · descubriéron mu–

chos secret¿s de la tierra, llegando a ser los hombres más agri_cultores del

mundo y qon técnica aún no desctf;rada, a tener una arquitectura que volve–

rá locos a los alarifes europeos, por su solidez, trabazón y majestad, y plas–

maron su espíritu en algo que parece eterno: la piedra, símbolo de su cons–

tancia, virtud que aun hoy poseen. También ·el indio de ayer

y

de hoy es

eminentemente pr&ctico, él no concibe. el idealismo, sino la razón práctica

en el obrar, fino instinto que contrapesa la iniciatiya propia; mirará al cielo

~