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RTUAN SANTISTEBAN OCHOA
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nidad. Y lo qile es peor, unos y otros se basan en los Cronistas; los
up.os,
en
Garcil~so;
los otros, en
.Sarmiento~
de Gamboa. Es la falta d e criterio para
~
leer a los Cronístas, y .este criterio debe salir de nosotros impru;cial, sereno,
histórico y
d~sechar
ese ok"o criterio extraño, imperialista, convencional, mal
intencionado y sin conttol
h~sta
el presente.
En
el
Ta~anti:r¡.suyo encontramo~
una vasta organización socialista esta–
tal, que
sorpr
~ncl.ióa los oios europeos más experimentados y sabios, y aÚÍl
hoy puede servir de modelo para estadistas y gobernantes; no conoció la
e;;clavitud
y
sí
la. igualdad y dignidad del hombre dentro de su especial
y
autóctono modo de concebir las cosas; suprirnió la miseria, no se conocía el
hambre
ni
la ·pobreta; el trabajo no fué un castigo
~ino
una bendición y se
realizaba cantando; la mujer no era sierva sino compp.ñera e .igual al hom–
bre, y pan había para huérfanos y viudas; el trabajo era proporcional para
el niño, el adulto y el anciano, para el hombre y para la mujer y cuando se
mqría se ¡:¡eguía viViendo, mirando a sus herma,nos, desde las cumbres de
sus cerros, apus' venerables. Pero los ·Incas conocieron también ias pasiones.
don y castigo det los nombre sobre la tierra; sus conquistas no sólo se hacían
por civilizar sinó ¡:>or
ambici.ón, pruér>anío las tiérras
~ltas
.de Nazca, Pacha–
catnaj y Chan-chan; cbnocieron la ctueldad y la toponimia no nos
desmentí~ ,..
tá. Ahí está en Yawar Kocha o laguna de sangre, donde se dice murieron
tantos miles de vencidos que tiñeron de rojo la supe..rficié del lago :rP.acabro,
o Tumi-pampa o Pampa del Cuchillo, en · donde 25,000 víctimas fué el postre
de la victoria. A su
e~trada
triunfal en la capital cusqueña, precedían los
Aya-tiuyas o atambores humanos, tocados por las propias manos del cadáver
desollád o¡ y se conocieron también los sacz:ifictos humanos, como nos lo cuen–
t~n
los mismos cronistas ind ios, especialmente tie niños en el Korikancha
y
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.
el Wanakauri; aunque cien veces menos frecuentes que en. el Anawaj, El
Inca· era .el 'teócrata omnipotente y orgulloso, los ll.lchas por 'el trono eran re–
ñidísimas y la venganza ·era cruel; no se respetaba nl a los hermanos, así ·
' Atao Wallpa, después de hacer estrangular a Wascar, bebía chicha en una
c.alav'era fileteada de oro que decía ser de otro hermano suyo.
El individuo era en el- Incario absorbido totalmente por el Estado, desapa-–
recía su propia personalidad -inventiva, inictatiya, acción-; no concibió su
yo frente al cosmos, ni conoció la ambición y el deseo, fuente del dolor que
purifica, pero tuvo felicidad, como la del pa;raíso bíblica. . El Inca tenía el im–
perativo categórico, con:· sus
.s~ditos;
del dominio para la felicida,d.
Esta felicidad se completaba, al desconocer el Dios personal y eterno,
que al:l>re para los cristianos el libre albedrío, al goce y ·la condenación eter–
nos y Ía purificación para la perfección; su felicidad era panteísta al· tocar
y–
vivir .de sus sentidos con sus dioses, sus apus -sol, monte, río, tierra- y la
ultratumba no era otro mundo sino su propia pacha-maiÍla, que le habría sus.
brazos ·con abnegación eterna de madre.