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JU_LIAN SANTISTEBAN OCHOA
en esfa misma edad se admiraba y leía sí a los m6sofos 9-riegos pero se des–
truía sin piedad también los hermosos monumentos de la Atenas de Perides
por italiano13, ingleses, franceses
y
otomanos; táchense también de bárbaros
a estos pueblos. Otros cronistas particulares son los que al escribir sus
sendos historjales monáticos (agustinianos, ignaciano, franciscanos, etc.'), nos
dan datos impory:antes
sob¡e
las civilizaciones precolombinas, junto a la "mo–
ralización" o sea, a los juicios, deducciones y comparaciones de su . erudición
teológico .escolástica, cuyo prototipo es la del agustino Fr.
Antoni~
de la
Calahcha.
1
-
. •
~
~aracterística
de esta segunqa etapa de la crónica particular es el
d~l
es–
tudio e
invest~gación
de algunas particularidades de las
cu·~turas
prehispáni–
cas como las costumJ:?res
y
política, de Fr. Martín de Morúa; de lo geo<iJTá–
fico-naturalista, como la del padre José de Acosta S. J.; o de la religión, como
la del ·padre An'iaga, de Cristóbal
~e
Malina, el ctisqueño o de Francisco
de
Avila, hijo también del Cusca.
·
Pero el ,Prototip'o de la crónica particulru: y, por ende, de -la libertad par'a
expresarse
~ún
en contra misbo de los intereses de la 9orona; de defender
- su nación, su tierra
y
costumbres, aún estando fuera de ella y en tierra dis–
tinta
y
dominadora; de su orgullo en medio de la humildad y timidez de sus
paisanos; de su estilo ·
sugerent~
y cautivante, en cQntraposición de la adu–
laciÓJl de los, que
~draban
del .Estado, ·
y
dE? su ver-ticalidad, cuando su pa–
tria estaba ya aplastada por la coriq{.lista definitiva; de su respeto y sereni–
dad frente a una España 'qua admira y defiende espontáneamente, es el mes–
tizo peruano y cusqueño Garcilaso Inca de la Vega Ghimpuoillo en sus
in-
/ mortales ':Comentarios Reales".
e)
Las crónicas oficiales.-Pero
las cromcas que abundan más son las
oficiales, ya sean obras éncargadas pdr el Consejo de Indias a sus "Cronistas
Mayores de Indias'' o "CróniCas Generales", · ya investigaCiones gubernamen–
tales, como las
de~
Presidente y Gobernador don Cristóbal Vaca de Castro a
los kipukamayojc, o las del Virrey Toledo a los curacas, .caciques y conquis–
tadores viejos; ya las
act~s
de l'>s cabildos seculares y eclesiásticos.
En
es–
tas crónicas oflciales vemos' la preocupación de la Corona de España por las
cos<ts que a las Indias Occi¡:l.entales se referían y 'cuyo opjetivo era
prinQ~pal
mente el conocer la tradición, historia, costumbres, geografía, etc. de estas
nuevas y misteriosas tierras, para luego encargarse de elaborar leyes
~pro-.
piadas· a ellas, si bien en consonancia
1
con el Fuero Juzgo y las recopilaciones
hispánicas, pero con criterio de adaptación a la reaHdad aún desde la lejana
Metrópoli. Fruto de estas investigaciones fueron las famosas Leyes de In–
dias, honra de 'la jurisprudencia y el derecho de España hasta hoy, fuente de
consulta y de estudio para la leg:islación nacional hispanoa¡:nericana. Es cier–
to que en mucho estas leyes no se cumplieron, que fueron letra muerta
ante
.los desmanes de los conquistadores casi- libres de trabas y obligaciones en
él ancho campo
de
acción americana y frente a dóciles y sumisos .indios ven-