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LOS CRONISTAS DEL PERU

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ciclos, que est'Oicamente tuviefon que resignarse con su suerte; sin embargo,

ellas permitieron sancionar muchos crímenes en forma ejemplar. Díganlo,

sin

ir

muy lejos, cómo Hernando' Pizarra,. hermano de don Francisco, tuvo

que pagar su hechos delíctuosos con 20 años de prisión en el CastiUo de la

Mota de Medicina del .Campo, lo mismo_ que otros

pod~rosos personajes~

\

Es de advertir, eso, sí, •que estas cróflicas adolecen del vicio de parciali–

dad; son heehas para el gusto

y

sabor oficiat gubernamental imperante; mu–

cho:s de ellas para justificar la conquiffa violenta o para acallar la conCiencia

frente a la increpación vigorosa de algunos frailes

y

teólogos, como el P.

ViCtoria o el Obispo Las .Casas, que se irguieron con justiciera voz cristiana.

El puesto l:l.e cronistas mayores, vale decir, de

1

cronista ·oficial, era rriuy

honroso pata quien

la

ejercía. Se le daban facilidades de tbda Clase

y

casi

siempre eran individuos que investigaban viajando todo el territorio, exami–

nando in situ

Y_

de los mejores

~estigos

'l:¡ue podían hai.larse\ aunque ·tratán–

dose de itJ.dios, a éstos el miedo o la sospecha los hacía ser a vecE*l falsos o

contradictorios. Ellos procuraron aprenqer los idiomas regnícolas, con lo que

facilitaban grandemente la tarea, y . componían su obra que iba a ser leída

en el Co111sejo Mayor de Indias

y

arQhJ"ado por los ' fU-'1cionatios del Rey.

Para su mayor verosimilitud, estas crónicas eran ·refrendadas con sello

y

firma,

y

"doy fé", de los escribanos de Su

Maje~ad.

tos manústrHos de

estos cronistas oficiarles,

y

aún de los particulares, casi nunca se hacían en

sólo el original sino que se sacal:;>an en dos o tres éopiag; por si la travesía

larga por tierra

y

la dudosa navegación marítima los extraviase, gracias a ello

hemoS' tenido la suerte que muchas crónicas aparezcan después de muchí–

simos años

y

~ún

siglos,

y

hay la esperanza de hallar otros en diferentes pun–

tos Ílera de los a_rchi'!:OS de España. Modelo de este tipo de ·crÓnicas son por

ejemplo los de Juan Díéz de

Betan:.:~os,

casado con una ñusta imperial .

y

que

hablaba muy. bien el kechua; las nunca bien ponderadas de Cieza de León,

.

.

conocedor del vasto ·territorio peruano, .de Quito a Tucumán,

y

que por .su

gran tino

y

criterio

iustici~ro

siempre serán muy consultadas, así como las

del 'intrépido conquistador

y

taumaturgo Pedro Sarmiento de Gamboa que,

en medio de su oficialismo

y

d~

la imposición que en él ejercía el severo

e inflexible Francisco de Toledo, a pesar de tachar de tiranos a los IJ;J.cas, es

uno de los que mejor apreciación hace de ellos

y

nos' da luces que otros

no pudieron.

En esta clasificación entran también las llamadas

"crcSnic~s

generarles de

Indias" como las de Antonio de Herrera, en sus famosas "Décadas", o las

de Calvete de la Estrella, quien las escribe en verso

y

latín clásico, pero sin

venir a América. Son los llamados cronistas·,de segunda mano, a diferen–

cia de los investigado;res

y

viajeros, llamados cronistas clásicos. Estas cró–

nicas. tienen la ventaja de ser un ·resumen,

a:

veces bien hecho, de las otras

crónicas enviadas de estas tierras, pero que adolecen de lo artificial

.Y

arti–

ficioso, que carecen del elemento básico de lo histórico, la vivencia; que des-