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JULIAN SANTISTEBAN OCHOA

Gr-andeza hasta en el propio mal (si cabe grandeza en ello), en el fana–

tismo y la; codicia, que se materializan en .la captura de Atao Wallpa y en la

toma del Cusco; en las luchas sangrientas que se siguen al rompimiento del

contrato de Panamá y en la caza de indios de

.l~.lvarado

en Guatemala, así

como en la bárbara y sangrienta represión del alzamiento de Flandes; en los.

asesinatos de indios indefensos y de españoles

1

pobres y en la orgÍa desen–

frenada y voluptuosa de .mujeres, donde no es respetado ni el santuario del

hogar. Es la espada Já única que define la posesión de la hembra o la muer–

te del galán. No se conoce el miedo, tampoco Ja compasión.

¡Qué bien representado se :p.alla el humanismo democrático

d~

España

en el libro inmortal de Cervantes, "Don Quijote de la Mancha", en donde

se encierra no sólo el clasicismo del idioma sino la profunda filosofíª" de la

raza, prototipo de la humanidad! El idealismo del Q1,1ijote, caba.llero en su

ja-melgo, que sale con tristes arlnas, pero con voluntad indomeñable para

, desfacE?r todos los entuertos y todas las injusticias de la vida, puestos los

ojos en su Dios, su Rey y su Dama, sin más cedida que la gloira, y muy

junto a

él,

e

inseparable, el Sancho de todas las edades y los climas, repre–

sentante fiel del realismo crudo, de la ambición baja y rastrera, del servilis–

mo y la mediocridad, shviendo sólo a

1~

pasión de la carne, pero quE¡ se

escuda y defiende tras su amo. Idealismo sublime y realismo rastrero, en

coniuncióñ inseparable, ambos con un solo afán, la evtnura de la vida. He

. aquí el humanismo español del siglo XVI. Multitud de Quijotes y Sanchos

salidos y desparramados en las vastísimas tierras de América cumplen su

. destino,· conquistando no la Iw;uJ.a Barataria sino enormes yorganizados Im–

perios, turnándose en el gobierno, ya don Quijote quemando su naves o tra–

zando una raya en miserable isla, ya Sancho trasladando las bodas de

Ca-

macho a Cusco y Tenochtitlán.

·

Pero ese humar¡ismo es democrático, antítesis del humanismo renacen–

ti~ta

de Europa, como el de Machiavello, el humanismo princij:>esco, es el

demos que se levanta con superheroicida.d y avasalladora espiritualidad; los.

Pizarros, Corteses ,AJmagros, Solises, Cabezas de Vaca y Valdivias son hu–

mildes hijos de la gleba hambrienta y paupérrima de las tierras castellanas,

que irrumpen en América con plena voluntad de· vivir, y .arraigan su espí–

ritu en la- propia sangre india para siempre jamás, que guardan respeto

al

Rey, pero lo tratan de igual a igual; que llevan como trofeo el estandarte de

la ·Corona, pero que imponen su voluntad anfu.quica;· que acatan la ley, pero

matan sin piedad a quien les aslga a su paso; que se someten a la disciplina,

pero que se internan visionarios hacia nuevas tierras que descubrir, hacia

Eldorados que explotar o ríos y mares que navegar. ¡Qué figuras simbóli–

cas son El Demonio de los

A!id~s,

don Francisco de Carbaja.l, durmiendo a

la sombra de sus cadáveres, mandando ahorcar a su propia comadre por ha–

bladora,

imponi~ndo

respeto ante su propio jefe, y cuando llega la hqra de

terminar muriendo como no murió el mejor de los estoicos de la Roma Im–

perial; o también Lope .de Aguirre, llamándose a ·sí mismo "El Traidor", que