VíBOH,A
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víboras cambian el pellejo una vez por
año. Es lo que ·se llama "pelechar '' y la
envoltura que desechan es conocida con el
nombre de "camisa de la víbora" sirvien–
do de remedio para la picadura de la mis–
ma, como antídoto. En invierno se escon–
den y parecen muertas. Sobreviene en ellas
én dicha época un período de letargo. Casi
nunca atacan al hombre y sólo a los ani–
males de que se alimentan. Pero se enoja
cuando se las golpea especialmente en el
dorso.
Algun~
víboras son diurnas
y
otras
nocturnas. Casi todas pueden nadar pero
muy pocas contra la corriente.
Cuando atacan a la presa no lo hacen
sin antes mirarla fuertemente. Parece ser
como opina Segovia que producen una cier–
ta fascinación sobre la víctima. Es lo que
ocurre con el "ampalagua" ·que su presen–
cia determina una parálisis de los animales
que ataca, aún a la distancia, por lo que
el paisano cree qúe es el aliento del reptil
el que los atrae. Todas las serpientes y cu–
lebras se amodorran en el momento de la
digestión y quedan inmóviles
y
como ale–
targadas.
En este momento son muy poco peligro–
sas, pero en la época del celo, cuando la
gente dice que ''las víboras andan salidas''
y
se las ve ' anudadas o trenzadas las unas
con las otras, entonces son muy dañinas.
Los enemigos de las víboras son las aves de
rapiña
y
también la"chuña" y ciertas pal–
mípedas de-los bañados. El gato es inven–
cible en su lucha contra las serpientes
y
culebras y el sapo según la gente suele ha–
cerle en torno, mientras duerme la víbora
o está en su período de letargo, una '' po–
mada'' con su baba, muriendo como conse–
cuencia de ello la prisionera que no osa
romper el cíngulo con que fué cercada.
Pero ¡guay! del sapo si la víbora lo en–
cuentra frente a frente. Entonces, después
de morderle la boca, se .lo va engullendo
poco a poco.
Dice la superst.ición y la creencia general
que estos reptiles se emborrachan cuando
se les pone tabaco en la boca, en cuyo caso
no acierta:p. a reptar como lo hacen de or–
dinario. También aseguran que para ser
"hombre de cuchillo", hay que "vistearse"
con la víbora, pues, existe el ·peligro de que
-si el hombre errara el ''tiro'' y la víbora le
alcanzas~,
aquél no tardaría en morirse por
consunción.
Algunos creen que las víboras que viven
cerca de los ríos o lagunas se enroscan en
las ramas y dejan a flor de agua una ·es–
pecie de cebo para atrapar a los peces. Tam·–
bién aseguran que cuando ent.ran al agua
dejan la ponzoña sobre una piedra, pues el
agua le quita su virtud,
y
que quien la en–
cuentra puede entender por arte de magia
el lenguaje de los animales.
Es creencia general que las víboras cui–
dan la casa. Por eso no las matan. En
efecto, suelen desratizar la vivienda, pero
el origen del respeto por la víbora está en
el antiguo culto al mito ofídico. Cuando la
víbora ''pica'' a alguna persona sólo puede
tomar caña., ya que el agua, bebida, aumen–
ta la potencialidad del veneno. Sin embar-
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go,
os perros curan
e
a
pica ura
echándose al agua.
También afirman que no deben ser muer–
tas con instrumentos cortantes, sino aplas–
tadas, sobre todo en la cola, pues, si no,
dicen que se juntan lo-s dos extremos y se
reconstituyen. Para probar el grado de
combatividad de sus hijos la víbora los hace
enojar y si no sirven los mata para co–
merlos.
En la época del celo no se debe matar
a la víbora porque corre uno el riesgo de
ser atacado por una buena cantidad de
ellas. Lo mismo dice la superstición que el
esposo de una mujer encinta que mata una
víbora se condena a ver al hijo por nacer
"arrastrándose mucho tiempo". Se asegu–
ra asimismo que las víboras ''que andan sa–
lidas'' dejan una piedrita cuando se' las
tapa ·con un poncho, piedrita que da al
poseedor y autor de la prueba toda clase
de .suerte en sus actividades. Cuando se