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largatnenté,
én silencio,
sobre
que la heredad d.e su Rein•o
1
le
correspondía a su hijo por pro–
pio derecho, conforme a costUm·
bre política de los Hijos del
So~;
i en sus arranques de amo,r ma–
terno, hasta se había atrevido a
pensar en que, dado el cariñ 0 de
Sapan lnka, bien podría rempla–
zar
al enfermizo
lnka Ninan
Kuyuchi, en vez de lnka Huás–
k.ar, qujen, ;onforme a las leyes
del Sol, debería remplazarle co–
mo Emperador de
T
ahuantinsu·
yu, por ser
el
primogénito de la
Segunda Coya.
Ob~esionada
con tales ideas,
había creído Hegada la hora de
confiar su pensamiento a sus no–
bles más Íntimos, a quienes ha–
bló con extremada
prudencia,
conocedora
de
1a
terrible res–
ponsabilidad
que echaba sobre
r.u.s hombros
i sobre :;u Reíno,
de ser descubiertos sus lerribles
deseos.
Per·o sus noMes recibie10n
la nueva sin
ninguna cautela, i
antes
con alborozo
que nadie
quiso
disimuÍar. Amaban a su
Reina sobre
todas las cosas,
i
de manera especial al joven In–
ka. ' a quien
veneraban tácita–
mente como a
~u
Rei.
Además
estaban acostum•
brados a ver
el
singular cariño
con que le distinguía e1 Empera–
dor; i muchos
de aquellos no–
bles eran
altísimos! Capitanes
deo! ejército que Sapan lnka ha–
bía dejado
a
las
órdenes de
Atau Hualpa,
para
cuidar las
honteras de Kitu.
No obstante
los nobles se
e~-tremecieron
cuand1o su Reina
les confió
su secreto acerca
de
su esperanza de haoer del lnka
el heredero
de •la Maskaipacha,
o insignia imperial.
Tan encumbrado estaba A·
tau Hualpa, Capitán ctel ejérci·
to conqui!:tador
dlG.U
l'mperio,
que después de quedar pensati–
vo ante la insinuación de su ma–
dre i su Reina, i ante la lealtad
i esperanza de todos sus nobles
i altos parientes,
contestó deci–
dido:
-Asr plugiera, madr
1
!
i
se–
ñora mía, a nuestros dioses i
a
las sombras de nuestros antepa–
rados.
Luego reflexionando, agrc-
gó:
-P•lugiera
a
lnti,
tambien,
Padre
i Señor
de mi
Raza;
.porque no
olvido en
ningún
momento, que soi, ante todo, un
Hijo del Sol.
Aquel,la misma
noche, vís–
pera del viaje, quedó concerta–
d0 todo cuanto alcanzó la espe-
,
,
.
.
ranza, en sus mas m1mmos ue•
talles.
Con el fin de dar comienzo
a su
empresa, acordaron
que
acompañarían
al lnka sus más
a1ltos i nobles capitanes, en espé·
cial Chalku
Chímac
i Kískis,
quienes estudiarían secreta i pa–
tcientemente, cuantas facilida,des
pudieran descubrir
en la corte
de Kosko, amoldadas a
\fl!S
pla–
nes de ambición i de gloria.
1 así fue que esta mañana,
tan bella, con belLeza única de
sierra
florecida ,
fue
reunién–
dose frent a
r 1 palacio : ea
l.
ló'
más e;p] cndente "' de la noblezál
de Kitu.