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-14-

largatnenté,

én silencio,

sobre

que la heredad d.e su Rein•o

1

le

correspondía a su hijo por pro–

pio derecho, conforme a costUm·

bre política de los Hijos del

So~;

i en sus arranques de amo,r ma–

terno, hasta se había atrevido a

pensar en que, dado el cariñ 0 de

Sapan lnka, bien podría rempla–

zar

al enfermizo

lnka Ninan

Kuyuchi, en vez de lnka Huás–

k.ar

, qujen, ;onforme a las leyes

del Sol, debería remplazarle co–

mo Emperador de

T

ahuantinsu·

yu, por ser

el

primogénito de la

Segunda Coya.

Ob~esionada

con tales ideas,

había creído Hegada la hora de

confiar su pensamiento a sus no–

bles más Íntimos, a quienes ha–

bló con extremada

prudencia,

conocedora

de

1a

terrible res–

ponsabilidad

que echaba sobre

r.u.s hombros

i sobre :;u Reíno,

de ser descubiertos sus lerribles

deseos.

Per·o sus noMes recibie10n

la nueva sin

ninguna cautela, i

antes

con alborozo

que nadie

quiso

disimuÍar. Amaban a su

Reina sobre

todas las cosas,

i

de manera especial al joven In–

ka. ' a quien

veneraban tácita–

mente como a

~u

Rei.

Además

estaban acostum•

brados a ver

el

singular cariño

con que le distinguía e1 Empera–

dor; i muchos

de aquellos no–

bles eran

altísimos! Capitanes

deo! ejército que Sapan lnka ha–

bía dejado

a

las

órdenes de

Atau Hualpa,

para

cuidar las

honteras de Kitu.

No obstante

los nobles se

e~-tremecieron

cuand1o su Reina

les confió

su secreto acerca

de

su esperanza de haoer del lnka

el heredero

de •la Maskaipacha,

o insignia imperial.

Tan encumbrado estaba A·

tau Hualpa, Capitán ctel ejérci·

to conqui!:tador

dlG.U

l'mperio,

que después de quedar pensati–

vo ante la insinuación de su ma–

dre i su Reina, i ante la lealtad

i esperanza de todos sus nobles

i altos parientes,

contestó deci–

dido:

-Asr plugiera, madr

1

!

i

se–

ñora mía, a nuestros dioses i

a

las sombras de nuestros antepa–

rados.

Luego reflexionando, agrc-

gó:

-P•lugiera

a

lnti,

tambien,

Padre

i Señor

de mi

Raza;

.porque no

olvido en

ningún

momento, que soi, ante todo, un

Hijo del Sol.

Aquel,la misma

noche, vís–

pera del viaje, quedó concerta–

d0 todo cuanto alcanzó la espe-

,

,

.

.

ranza, en sus mas m1mmos ue•

talles.

Con el fin de dar comienzo

a su

empresa, acordaron

que

acompañarían

al lnka sus más

a1ltos i nobles capitanes, en espé·

cial Chalku

Chímac

i Kískis,

quienes estudiarían secreta i pa–

tcientemente, cuantas facilida,des

pudieran descubrir

en la corte

de Kosko, amoldadas a

\fl!S

pla–

nes de ambición i de gloria.

1 así fue que esta mañana,

tan bella, con belLeza única de

sierra

florecida ,

fue

reunién–

dose frent a

r 1 palacio : ea

l.

ló'

más e;p] cndente "' de la noblezál

de Kitu.