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~·12-
palacio, los círculos
se habían
ya desvanecido.
~¡Oh
1 Padre
Soll~pensó-
oh
Madre Luna 1,
¿por qué te bur–
las así de tu hijo?
1 casi atontado, enloqueci–
do, buscó en vano aquellos sig–
nos terribl:es
i siniestros,
en el
esplendente
cielo azul,
que le
guiñaba burlesco i sonriente con
•los ojos infinitos de sus estrellas
parpadeantes.
El rumor
de fiesta
había
llegado a su cenit, i la Luna ex–
t,endía su -lumbre
por toda la
ciudad eEtremecida.
Los cerros mismos parecían
cobrar extraña vida,
i
la Natu–
raleza entera se animó al conjlJ–
ro de la Noche luminosa.
Manku
se fue adentrando
lentamente, ajeno
a
la alegría
que desbordaba
el corazón d e
los palacios.