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riamente alrededor de la cabe–
za,
1
en
las orejas
a guisa de
zarciHos, aumentando
<isÍ
la her–
mosura de sus rostros.
Contentos
i dichosos, con
esa dicha humana que da la am–
plia
~a·tisfacción
de las necesi–
dades, el
baj
0
pueblo
dispuso
la merienda cuotidiana:
~abroso
c'nupe con tiernos
choc1'os, que
hacían- la d&licia tanto del Em–
perador como
del último yana-.
kuna ..... .
-Ñírkay!: que Mama Kill!a te
dé una buena noche, gritó Kis–
pi al viejo ·padre de Ra:urayma–
na.
Es dulce el trabajo cuando
1!os ojos ven
la
abundanci~
en
·todo lo sembrado.
-1 cuando e1 corazón brinca
feliz en el pecho, como un che–
kollo enamorado, -dijo sonriendo
Ñirkay- .. .. Estás
joven i tam·
bién enamorado . .. .
Luego ¡3.grego trallando
de
ponerse serio:
· -No
obstante,
haces mui
bien en aiabar el trabajo: él es
la fuente de la eterna paz.
Rauraymana aguaitó a Ki.o:;–
pi, i le salió
al encuentro.
El
muchacho saludó:
-Rauraymana:-: ojalá el Pa–
dre Sol t.e conserve siempre ju–
gosa como
la dulce
caña del
maíz ..... ,
1 no pudo
decirla
cuánto
amor quedaba
qentro el cora-
zón.
Ella sonrió emocionada.
-Yo
también · quiero verte
feliz,- dijo
llanamente; pues la
sencillez es la
prueba más elo–
cl!lente del amor.
J\lírkay
~e
.!lcercó a eHos di-
ciéndoles en tono cannoso:
-Ya vendrán días mejores . .
La vejez
puede felizmente
aconsejar
calma a la juventud:
el río se vuelve
suave despué!>
d~
haber rodad
0
la agria sierra.
Entre tanto la tarde agoni–
zaba.
Los c·ampos
comenzaron a
cubrirse del
azul del
cielo; el
verdor se iba entregando mansa–
mente al añil
de las sombras;
los mol1:es i ma'torra:les se iban
0scureciendo, mientras los cielos
iban mostrando
a
l~a
Tierra
su<~
más soberbios lienzos: ora ;n el
oro más bruñido, ora en un ro–
jo sangre; en tonalidades de a–
matista, de rubí, de topacio, de
ocre ..... . hasta
ir
diluyendo
sus colores en
las
~:ombras
si–
niestras de la Noche.
ne pronto la exultante ca–
dencia de una. kena, vino desde
el ba'rrio de 1os
kollas, la que
tocada1 en el interior de un cán–
taro, fue extendiendo
SU'>
notas
de dolor i de tragedia por toda
la ciudad adormecida.
La Luna
fue aJScendiendo
lentamente detrás
de 1os pica–
chos, como un sagrado vas
0
que
la Noc'he, Akl'la
enlutada,
~e
o–
frendara al Padre S01l
De los palacios
i de todas
las viviendas de .la ciudad impe–
riat comenzó
a elevarse gratí–
~imo
rumor de fiesta:
eran los
lnka¡s,
era el Pueblo / del Sol,
que .comenzaba a divertirse, m–
do~
ente i fle1iz.
Kenas, antaras,
tinyas: to–
dos los istruñientos
de la paz,
iniciar.ondanzas alegres, blondas,
suaves, como el-mullido nido de