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riente, i con un gesto le indicó
que estaba concedido.
Entonces
la bella Coya inició, ceremonio–
sa,
el
baile,- con
el
valiente Ké–
huaT
T
úpac, hermano
del Em–
perador.
Los músicos
Ee esmeraron
en sus mejores
sones, i la ale–
gría comenzó a desbordarse co–
mo un
torrente
<le cristatlinas
aguas.
Como la fiesta
era en ho–
menaje de los príncipes que es–
te añ
0
entrarían a
la categoría
de Aukis,
Manku i todos sus
compañeros estaban ablí presen–
tes.
Era preciso que fueran a–
prendiendo a vivir ,lia.ls
cere~o
nias i fiestas rituales de la Cor–
te de los Hijos del So'l.
Allí
estaban
también las
prmcesas de la sang;e real, que
dicípula.s
de
maes~ras
Mamaku–
nas, completaban
ya aquel año
su esmerada educación.
Baj
0
·la dirección
de esas
maestras,
'habían aprendido .to–
das las artes
domésticas; esme·
rándos~
en
la confección de e–
sos maravillosos
tejidos taR fi–
nos como tela!:
de araña, que
ora servían
para
~os
vestidos
del Monarca, o para adornar los
soberbios
templos
i
palacios, i
en cuyos tejidos,
briNantes di–
l?ujos hablaban la HirX:oria de a–
quel Pueblo, por •la boca ·azul de
la leyenda.
EJ.las las haibían
enseñado
toda~
las arter del tocado: des–
de el uso de
las yerbas en
~as
que hervían el cabello,- para en–
negrecedo
como el
azabache,
'
has.ta'el
uso de las oscuras
pin~
celadas que daban a los ojos el
profundo misterio de •las noches
solitarias, nubladélls i sin Luna.
AqueJlas
doncellas
de la
sangre se educaban
también en
las acciones
varoniles, i en las
artes guerreras;
i así como de
las manos de los Amautas salía
hasta el propio
Emperador, de
las manos de severas Mamakunas
salía la Coya, modelo de Empé–
ratriz i de Madre de Naciones.
Entre
ellas
estaban Kori
Ok'lllo", bellísima
i varonil prin ·
cesa, prima hermana de Manku;
Nina Kuri, ·resplandecientt! como
las luciérnaga s; Napáicny, :nelo–
diosa como
el canto de las a–
ves; Munaska,
atrayent~
i
suges–
tiva como una canciór. de amor;
Pichuichiru,
pequeña
i caden–
ciosa como un
gorrión de Kos·
k o; i Kenti,
la más hermosa
1
delicada,
com
0
un
verdadero
pájaro-flor.
Kori Odio era una de esas
sugestivas
bellezas
de Kosko,
que no admiten plural. Junto a
Manku,
parecía un
ánfora del
temp·lo del Sotl.
Ambos hablaban animada–
mente, i ella, ,cubierta de rubor,
como el cielo al rayar
el
a•lba, le
decía
en el divino Runa Simi,
lenguaje del Imperio:
-Mi vo1untad
es tuya: no
s.ólo iré, sino que allí te espera–
ré,
i juntos
escucharemos las
endechas de las palomas en los
moNes
florecidos, junto
a
los
maizales del Sol.
Manku estaba emocionado.
-Kori,- •le dijo-: eres buena
i dulce como una caña de• maíz
de la granja sagrada de Sausiru.
-¡Quién no fuera feliz a tu ·lado,