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AmanecÍa en Kitu:

Los pájaros orquestaban sus

trinos en alabanza a•l Padre Sol.

que

a esa hora

enviaba

a la

Tierra

su~

rayos de azu!oRa luz.

La noche había sido de vi–

gilia.

E.n el real palacio de los

Siris, la Reina Pa,cha había con–

vocado a los más altos Capita–

nes kites, i a

~

us más próximos

parientes, para despedir a su. hi–

jo, lnl:a Atau Hualpa,

inv;tado

c.specialmente

por Sapan lnka

Huaina Kápac,

su padre, para

lntip Raimi, la máxima fiesta de

T

ahuantinsuyu.

Era

l

abido

en el Imperio

todo, que Huaina Kápac amaba

sobremanera a la hermosa Reina,

a la cual tomó por esposa como

medida ¡::olítica, para asegurar la

anexión del Reino de los Siris.

"Si la Reina Pacha abando–

na las armas

i viene de paz a

hm!otros, continuará reinando en

el

Reino

de sus ascendientes,

i

sP.rvua a nu•estro lad

0

con todas

las preeminencias de las

princ~sas de Kosko".

Ella tenía

d

mensaje fres·

co en su mente,

como la uiñai

huaina, i recordaba como cosa de

ayer, heber deslumbrado a Huai–

na Kápac, el invencible, con el

misterio de su mirada, semejante

a la' mirada de los luceros.

Escuchaba Ia voz, sin tiem–

po i sin espacio, con que el Em–

perador la habló de m amor;

i

en

su espÍritu

continuaba vi–

brando la inefable

emoción de

cuando rendida,

se ¡e

entregó

como esposa.

Así había terminado el Mo–

narca la conquista del Reino de

Kitu; pero

a la par

que había

logrado asegurar la paz, había

ido quedando

engarzado en el

corazón de la

prince~a.

i cojido

en un ardiente

lazo de amor;

hasta el extrem

0

de haber toma–

do especial

dilección por lnka

Atau Hualpa, por sobre sus hi–

jos legítimos, i por sobre el he· ·

redero Ninan Kuyuchi, quien no

disfrutaba de completa sa\ud.

Amaba

entrañablemente a

Atau Hualpa, que había crecido

,a su lado en la

época en que

más amaba

a la Reina, su ma–

dre; le gustaba

su CS!rácter de

guerrero

indomable;

su porte

hermoso

y

marcial; su arrogan–

cia i su audacia; i sus

fin~

ma–

neras; todo ·lo cual le daba el

aspecto

de v-erdadero Hijo del

Sol.

1 est

0

halagaba sobremane•

ra al Emperador.

La Reina

había meditado