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En aquella
hora de mov1-
lindes de la divina ciudad.
miento, en qu:o
d
¡:ueblo retor-
Las puertas estaban cubier–
naba a sus hogares,
llenándolo
tas con hermoso
tapiz de colg–
todo con la policromía
de sus
res
pendien ~·e
de! alto umbraL
ga1as, fue cruzando el Jnka
un~
Así pasaron junto a Kasa–
calle i otra calle, en dirección al
na, el soberbio
palacio de Pa–
palacio del Emperador.
chakútec,
el
lnka: más grande,
Cruzó
el
populo~·O
barr]o
C"]
sabio legislador,
el
verdadero
Karmenka por
encima de San-
'creador de Tahuantim.uyu.
kakancha, presidio
inkaico, en
Desembocaron en Aukaypa–
cuya calle sus
lilombres aaigera-
f·a. Los últimos rayos del Sol i–
ron
el
pas
0
llenos de superticio-
han dorando
1os tec'hos de la
~lo
temor.
Sagrada Ciudad.
Luego
se deslizaron
a lo
Al llegar
a
la puerta del
largo del Huatanay i llegaron a
palacio imperial,
todos bajaron
Huakapunku, o puerta sagrada, a
d e sus andas. Atau Hualpa le–
cuya apachita
o pirámide
de
vantó
d
champi de oro, simbo–
piedras, le tendieron los
brazo~
lo de su autoridad de lnka. Pun–
en muda adoración, arrojándole
ku Kamáyoc ordenó a un solda–
luego algunos cabellos. hojas de
do de la guaTdia d e entrada, le–
coca, i depositando
en ella al-
vantar el cortinaje multicolor, i
gunos frutos como ofrenda para
la comitiva se adentró en
el
pa–
tener propicio al espíritu que a-
tio del soberbio
pa~lacio
de Huai-
llí
vivía.
na Kápac.
Las gentef- le iban abriendo
Un noble de servicio se a-
paso, saludándole
a
la usanza
cercó a la puerta de la sa:I.a im–
kechua, con más o menos reve-
periat i advirtió
a una aklla la
rencia, según
la calidad de los
presencia de lnka Atau Hua.Ipa,
transeúntes.
e.!
cual fue introducido en seguí-
Encuadraban
las calles so-
da a la presencia
del Empera–
berbios palacios
i austeras
vi-
dor.
viendas, cuyas
paredes de pie- -
Huaina Kápac estaba en ese
dra pulida llenaban de admira-
momento acompañado
de Kusi
ción por su extremada finura en
Rímai, su primera esposa i roa–
el tallado, que,
materialmente,
dre de Ninan Kuyuchi; de Ra–
no permitía
intrcducir una uña
hua Ok·llo, su segunda mujer, i
en las líneas de unión; dando la madre c;le Huáscar;
de sus ak–
sensación de ser lienzos de una
llas i ñustas
de servicio,
i de
sola piedra
'labrada
acaso por
sus hermanos Auki Maita i Ké–
las propias manos
de l.Jirako-
huar Túpac.
cha
Era alto, fornido,
de her-
Muchas
viviendas estaban moso rostro .
Su presencia
era
pintadas
de hermosos coiores,
imponente; su adusta fisonomía
dando alegría a la vista, i sensa-
::ra impenetrable ;
i su dominio
ción de ventura al traspasar las
de sí era tal, que más que hu-