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J.
1mbelloni: P achakuti 1X
de las tradiciones familiares de los Orejones, para el fin de
apuntalar la opinión que ha apadrinado y abatir contem–
poráneamente las contrarias, que conocía en su totalidad.
La argumentación principal de Garcilaso es la siguiente:
el Inka-padre, o sea Wiraqocha, So rey, se llamó Pachacutec,
'fue su Nombre propio';
todos los demás ·nombres que se le
suelen dar, como
1nka
y
Yupanki,
son apellidos o 'renombres'
.
comunes a todos los soberanos: el primero ya a partir del
Inka Manku, y el segundo desde Lluki Yupanki, a la manera
que los emperadores de Roma tuvieron los de
César
y
Augusto.
La ya mencionada y célebre serie dinástica de Garcilaso
comprende, pues, en orden sucesivo: Jo, al So rey, Pachacutec
de nombre, mejor conocido como Viracocha, pues fué de esta
manera apellidado a causa de la 'fantasma' que le apareció
en sueños; IIo, a su hijo Tito Manco Capac, que reinó con
el nombre de Pachacutec Inca Yupanqui; III o, al hijo del
anterior, Inca Yupanqui y IVo, a su hijo Tupac Inca Yu–
panqui. Garcilaso insiste en que los dos últimos no fueron
una sola persona, sino dos, padre e hijo, y la confusión de
los 'Historiadores Españoles' consiste en haber dado excesiva
importancia a los dos títulos de su realeza:
Inca
y
Yupanqui,
que a todos los soberanos fueron comunes, agregando que
los Indios, para distinguir a ambos personajes, llamaron al
hijo con el antonomástico
Tupac
'el que resplandece'
(7).
Esta última consideración cae en el vacío, no sólo porque
el epíteto Tupac
(Túpaq)
es usado corrientemente en la ge–
nealogía peruana (ocurre 24 veces en la lista de Montesinos),
sino porque se conocía en el Perú otra sucesión dinástica de
los Inka propiamente dichos, con dos soberanos de tal nombre
anteriores a Wáyna, y es la que ha recogido el cronista P.
Acosta (
8 ):
(7)
Lib. VI, cap. XXXIV (pág. 216, 1).
( 8 )
Libro VI, capítulos 20, 21
y
22.