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136

J.

1mbelloni: P achakuti 1X

de las tradiciones familiares de los Orejones, para el fin de

apuntalar la opinión que ha apadrinado y abatir contem–

poráneamente las contrarias, que conocía en su totalidad.

La argumentación principal de Garcilaso es la siguiente:

el Inka-padre, o sea Wiraqocha, So rey, se llamó Pachacutec,

'fue su Nombre propio';

todos los demás ·nombres que se le

suelen dar, como

1nka

y

Yupanki,

son apellidos o 'renombres'

.

comunes a todos los soberanos: el primero ya a partir del

Inka Manku, y el segundo desde Lluki Yupanki, a la manera

que los emperadores de Roma tuvieron los de

César

y

Augusto.

La ya mencionada y célebre serie dinástica de Garcilaso

comprende, pues, en orden sucesivo: Jo, al So rey, Pachacutec

de nombre, mejor conocido como Viracocha, pues fué de esta

manera apellidado a causa de la 'fantasma' que le apareció

en sueños; IIo, a su hijo Tito Manco Capac, que reinó con

el nombre de Pachacutec Inca Yupanqui; III o, al hijo del

anterior, Inca Yupanqui y IVo, a su hijo Tupac Inca Yu–

panqui. Garcilaso insiste en que los dos últimos no fueron

una sola persona, sino dos, padre e hijo, y la confusión de

los 'Historiadores Españoles' consiste en haber dado excesiva

importancia a los dos títulos de su realeza:

Inca

y

Yupanqui,

que a todos los soberanos fueron comunes, agregando que

los Indios, para distinguir a ambos personajes, llamaron al

hijo con el antonomástico

Tupac

'el que resplandece'

(7).

Esta última consideración cae en el vacío, no sólo porque

el epíteto Tupac

(Túpaq)

es usado corrientemente en la ge–

nealogía peruana (ocurre 24 veces en la lista de Montesinos),

sino porque se conocía en el Perú otra sucesión dinástica de

los Inka propiamente dichos, con dos soberanos de tal nombre

anteriores a Wáyna, y es la que ha recogido el cronista P.

Acosta (

8 ):

(7)

Lib. VI, cap. XXXIV (pág. 216, 1).

( 8 )

Libro VI, capítulos 20, 21

y

22.