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J.
Imbelloni : Pachakuti IX
gundo tiempo,
y
prefiriendo seguir fieles a nuestro natural
descreimiento a propósito de la aplicación del criterio esta–
dístico, sería nuestro cuidado trasladar este asunto al plano
de la cronología, que es su lugar propio, porque la cuestión
se reduce a calcular si de la muerte de Wiraqocha a la muerte
de Wáyna es suficiente contar tres generaciones, o es me–
nester - en cambio - que se inserte una cuarta (
15 ).
( 15 )
El año de la muerte de Wiraqocha fué el 1438 de la Era Vulgar
según los datos de CABELLó DE BALBOA; el de la muerte de Wáyna Qhá–
paq el 1525.
Mientras la primera fecha admite variaciones- a veces muy am–
plias- en los distintos Cronistas y Autoridades, la segunda sólo las
admite de uno o dos años, porque está ya comprendida en el período
español de la historia de América. (Wáy;na sobrevivió ocho años a la
llegada de Vasco
N
úñez de Balboa a las costas del Perú, según BLAS
VALERA, en
Comentarios Reales,
pág. 319, lo que pone su muerte en 1523.
SARMIENTO DE GAMBOA, por su parte, consigna la fecha de 1524) .
Con respecto a las fechas de Cabello de Balboa que se refieren a los
últimos reyes Inka, no es dudoso que deban reputarse como las más
autori~adas
entre todas las que nos brinda la literatura cronística.
Es conveniente, quizá, que aclare la naturaleza de esta literatura
en lo referente a la cronología del Inkario. Tanto los Cronistas, como
las Autoridades, en la tarea de asignar fechas y duración a los reinados,
se encuentra!}- como lo hemos averiguado en varios lugares- ante
la necesidad de repartir en 11 porciones la suma de años que cada uno
ha atribuído al intervalo entre Manku y Wáyna,
inclusive.
Algunos dis–
tribuyen los años de man era que tanto e;n el principio, como hacia el
fin del Inkario, las oscib.ciones alrededor del promedio aritmético resul–
ten más o menos equivalentes (por ejemplo, PoMA DE AYALA y GuTIÉRREZ
DE SANTA CLARA); otros advierten, en cambio, la conveniencia de reducir
la duración (del reinado y de la vida) que corresponde a los reyes .-del
último período, próximos ya a la historia propiamente dicha, con el fin
de no a-signar cifras fantásticas e increíbles a soberanos cuyos recuerdo3
se encuentra en cierta medida accesible. Pero también con relación a
este criterio se distinguen diferentes aplicaciones. Vemos, por ejemplo,
que SARMIENTO DE GAMBOA aun conserva para los últimos dos reyes
cifras inatendibles, mientras CABELLO DE BALBOA a partir del sucesor
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