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126

J.

Imbelloni: Pachakuti IX

valentes, pues significan "agua" respectivamente en los dia–

lectos del norte y del centro-sur peruano

(1).

Anotaremos también:

wáyray pachakútiy

o

wayraymána pachakútiy,

exterminio por hura–

canes, y

pachakúyuy pachakútiy,

destrucción por terremoto. Ambas se han

deducido del uso corriente del lenguaje.

En cuanto a la valoración gramatical de las transcripciones de los

9ronistas y a sus traducciones, hay que observar en primer término el

escaso conocimiento del valor exacto de las palabras, en cuanto morfe–

mas, por parte de los escritores españoles. Al traducir Sarmiento de Gam–

boa la frase

unu pachakútiy

por "agua que trastornó la Tierra", se con–

~idera

la palabra

unu

como sujeto de una acción

(kútiy)

cuyos efectos

pasan sobre

pacha,

sin observar que este sustantivo no evidencia el mor–

fema del caso acusativo,

pachata,

y la misma construcción de la frase es

contraria al ordenamiento requerido por tal explicación. Correcta es, en

cambio, la traducción de Morúa, que explica

pachakútiy

por "volverse

la Tierra". En cuanto a la segunda versión de ·Morúa "quitado de lo suyo",

este cronista ha permutado

pacha

con

ppacha,

vestido, ropa, y el verbo

kútiy

con uno de sus muchos derivados

(2).

( 1 )

Otra variante es la traída por Honorio Mossi (1860), quien traduce "el diluvio uni–

versal" por

lloklla unu pachakúti.

Hay que observar que en esta frase las primeras dos pa–

labras aportan el concepto de "diluvio de agua" y la tercera,

pachakúti,

añade el otro de "ca•

lamidad" y "exterminio". Ya de por sí, la sola palabra

lloklla

puede reemplazar la entera

frase, cuando se dan por sabidos, y no se insiste en los caracteres calamitosos del fenómeno

meteorológico; Cfr. a Holguín en aquella oración simplemente narrativa que dice:

Noep

míttan runa-kuna llokaqqúrqan,

los hombres del tiempo de Noé fueron anegados por el di–

luvio; Holguín, 1842, página 236.

(2)

No faltará entre los lectores alguno que esté poco dispuesto a admitir que los escri–

tores de cosas peruanas y eclesiásticos de los primeros siglos de la colonia ignorasen hasta tal

punto los asuntos de la lengua, como para no advertir la diferencia que pasa entre

pacha

y

ppacha,

que son dos sustantivos distintos, cuya fonación diferencial puede ser captada con

harta facilidad. Por buena suerte tenemos un testimonio inapelable en el sabroso episodio

que nos dejara Garcilaso en la página 39/2, en la que transcribe el diálogo habido entre el

Cronista y un religioso dominico, que había tenido escuela de idioma qhéchwa en el Perú.

El episodio parece haberse referido a propósito para nuestro caso, pues se trata justamente

de la diferencia fonética y de la semántica que pasa entre

pacha

y

ppacha.

Garcilaso estaba

enumerando los significados del primer vocablo, que son, según él: "Mundo, Universo, CielO,

Tierra, Infierno y cualquier suelo", cuando el dominico añadió que también significaba

"ropa de vestir, y el ajuar y ropa de casa", sin reparar, como dice Garcilaso, que el primer

sustantivo se "pronuncia lla;1amente" y el segundo, en cambio, "apretando los labios y rom–

piéndolos con el aire de la voz". Indignado, Garcilaso le preguntó· "Qué diferencia ay en la

pronunciación que signifique eso?" "Díjome: no lo sé. Respondile, haviendo sido maestro

en la Lengua, ignora esto?". A lo que el Cronista hace seguir una doliente expresión de su

desconformidad. "De la cual pronunciación y de todas las demás, que aquel lenguaje tienP–

no hacen caso alguno ..."