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.,..

En vano lo interrogaban sus amigos. Estuvi·era sobrio

o borra-cho, jamás conseguían que Pardavé traicionara su

.

se-creto. En vano le seguían de día y de. noche con el propó-:–

sito de

des~ubrirlo

junto al

es~ondite

que cont·enía su te–

soto, pues de súbito el indio se hacía invisible.

.Sin embar_go, una noche en que el aguaraiente corría

en mayor .abundancia, ·Pardavé se tornó locuaz

y

confesó

que había sido encantado por la momia de una

prin~esa

incaica que se hallaba -en el Antro de Llacuy, quien lo pro–

veía d·e puñados de oro ... .

Pretendía continus.r sus confidencias, cua!fdO una fuer–

za invisible le hizo caUar y

l~e

arrojó fuera de la choza donde

se hallaba. Sus amigos le vieron desapar·ecer entre las ti–

ni-eblas para nunca más

regr~esar

...

Mucho

tiemp~

después, uno de los indios amigos de Par–

davé vagaba a mediodía. por lqs colinas de Huamash en

busca de v.icuñas, cuando divisó · un inmenso ·rebaño. Ocul–

tánd

ose detrá

s de una ro·ca, eligió a la distancia el anima·!

más

1hermo.so;

preparó su afico

y

apuntó ... , pero en

es~e

instante, un silbido agudo e i·mperioso le hiz-o volver la ca–

beza. Oyó entonce.s una voz suplicanté que le decía:

-¡Por piedad, no mates ninguno de estos animales!

El

~azador

depuso su arma

y

vió a un hombre que se

dirigía hacia él con pasos lentos, como si

~estuviera

m_uy fa-·

tigado.

-¡Cielos -. exclamó ·el indio-, pero si es Pardavé, casi

des-conocible!

-No toques ninguno de estos animales, te lo

supli~o

...

-repitió éste-. D!esde aquella noche en que se desató mi

lengua, -la princ·ésa me ha castigado: no sólo no me dió

más oro, sino que me condenó a cuidar est·e rebaño de -vi–

cuñas. Si' durante dos años logro conservarlo intacto sin que

falte ninguna de ellas, me devolverá a la vida, ·rico otra

vez; &i, por el contrario, mi mala estrella permite que pier–

da alguna, mi·desgracia sería entonces mil veces peor ...

Y calló, espantado: en ese preciso instante, varios ani–

ma..les habían trepado a una roca

es~arpada

y

estaban a

punto de

~.aer

al ·abismo. E·l infortunado indio corrió hacfa–

ellas para salvarlas, rul ·mismo tiempo que se despedía rá–

pid'amente de su anMguo amigo.

Pasa-ron los. días y nadi·e. supo nada más de él, hasta.

que meses más tar'de, hacia mediano·che, Pardavé ' regresó a

su hogar. Su madre estaba acostada ·en su estera de paja,

pero a_la luz de la luna lo reconoció:

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