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recia que la naturaleza misma temblaba ante
e1
háUto del
criminal.
Cayendo y tropezando
entr.~
lo.s matorrales y rocas, des–
orientado, por fin se detuvo a esperar el alba. Al amanecer
se encontraba todavía sobre el puente de Huancachaca, en
el río Illa, a mucha
distanci~a
del barranco donde pensaba
deshaeerse del cadáver y borrar las hueUas_de su delito. Ur–
gido por el temor, deiSpedazó
~el
cuerpo y lo arrojó a las es–
pume-antes aguas; primero la cabeza, los miembros, .el tronco
y las entrañas después.
Pero la corriente no arrastró los. macabros despojos; cinco
días moo tarde f'Ueron descubiertos
entr~e
las rocas del río y
pudieron ser identificados.
Así es el quichua cuando la violencia de las pasiones
desata sus instintos salvajes: hombres.
y
muj-er~es
.se
entregan
a los peofies excesos.
*
Varias razones hacen que al indio le atraigan los procesos
judiciales. Además de def,ender sus
derecho~,
ve' en ellos
una oportunida;d de demostrar
.su
astucia
y
se siente en–
vane,cido por triunfos que halagan su amor propio y le lle–
nan la cartera de ordinario vacía.
Individualmente, el quichua no recurre muy a menudo
a los tribuna-les. Ya hemos visto cómo las_familias arreglan
sus dif.erencias en el campo valiéndose de pi-edras y palos.
En ca1nbio, las comunidades agrícolas están en continuo
li–
tigio por cuestiones limítrofes, y se ha dado el caso, en
Huancaralla y Quilla, por ejemplo, que desde hac·e más de
un siglo están disputándose el dominio de un terreno.
En
19.22,
y
en vista de que nada podían los ·tribunal-es, los co–
muneros de esta última localidad decidieron hacer entrar en
razón a sus vecinos por la fuerza de las armas.
~oon
tal ob–
j
eyo, sobornaron al subprefecto, para que éste, con su pre- /
sencia, diera visos de legalidad al asunto.
.
Llegado ·el día fijado, la pobl,ación en masa .se puso en
movimiento: la autoridad marchaba a la cabeza de sus guar–
dias; seguían los varones, armados de látigos• y palos, y por
último los niños y las mujeres, con las faldas remangadas
a guisa de cartucheras.
Una vez J.lega.dos a HuancaT.alla, los inv.asoré;s. formaron
su línea de batana.
Los
habitantes del lugar, a su vez, aban–
dona~ron
sus casas ."y tomaron colocaci-ón al lado opuesto.
Ambos bandos gritaban, insultaban
.Y
la confusión era
in-
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