riana. le !lidió que hiciera . uso de
sus
dotes de mago para
saber el resultad_o
ae
11n
proceso que sobre dominio de tie–
rras. tenía pendtente -én los tribunales.
El adivino comenzó sus ritos.
P.rim~ro
lanzó al aire un
puñado de hojas de coca y observó su caída. En seguida co–
locó en una palangana un puñado de maíz; luego fué reti–
rando los granos, uno por uno, al mismo tiempo que los
contaba: su número par o impar habría de r·evelarle el re-.
sul tacto favorabl·e o adverso de la sentencta.
.E'ntonces I<a infame viuda creyó ll·egado el momento de
descubrir sus intenciones
y
dictó su voluntad: Huamán de–
bía jurarle que enven·enaría a su · ·esposa para contraer se–
gundas nupcias cqn ella, antes de la Pascua próxima.
Bajo el influjo del alcohol, él juró lo que la india ·le
pedía. A la mañana siguiente, recobrada su lucidez, retro–
c·ed1ó horrorizado ante la 'idea del crim·en. ¡Ah!, peto no
_contaba con la diapólica porfía de Laveriana, la cual, ' er:1 el
cuns'Q de las entrevistas que
se
suc,edieron, exigió,
c~ada
vez
más imperiosamente, la ·ej-ecución de la sangrienta promesa,
y
al cabo de un mes entró ·en
~el
terreno de la franca ame–
naza: .o moría la esposa o ·el cobard-e que .se negaba a ase–
sinarla.
El -Jndio
se
estremecía ante la sola idea de sacri-ficar
una víctima inocente, por la cual sentía inm·ensa . pi-edad;
resistiéndose aún, propuso a su amiga una transacción: para
·evitar el 'Crimen, vivirían juntos, osténslblemente, en Hua–
las.pata o en un 1ugar más lejano aún, -en donde na;die co–
nociera su pasado. Pero la pérfida iilltflansigente no quiso oír
raziOnes, y, ante _ el dHe-ma d·e muerte; ·el curandero
~edió.
Qaía la tarde del
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dema.rzo cuando Huamán se apro–
ximó a su ·esposa, qui-en,
s.insospechar el
p~ligro
que la ame–
nazaba, estaba inclinad
a sobre la marmita en que se cocía
el maíz. Bruscamente
se
arrojó sobre .eHa y con los corde–
les de su honda le enlazó el _ cueUo y la estranguló.
En
se–
guida tomó ·el'cadáver, y,.doblándolo ·en
do~,
lo m·etió
~entro
de un saco, que colocó sobre su asno. Era ya de noche cuan–
do emprendi·ó ·el camino del barranco _,de Huancachaca, en
cuyo fondo rugía un caudaloso torrente.
Una es¡pantosa tempestad sacudía las ramas de los- ár–
. boles y ·el resplandor de los relámpagos rasgaba las tinieblas.
El eco de los truenos f.odaba por
-~1
v:ane y la Huvia caía
torrencialmente desde el cielo cargad,o de negr·as nubes. Pa-
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