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trumcntos sonoros de carácter militar, que se empleaban en la guerra

y

en las marchas triunfales, corno el pututo, la Huayllak'epa, el huan–

car, la tinya, etc., los cuales se combinaban con los anteriores, para for–

mar bandas de música, por el estilo de las de nuestros ejércitos, que ac–

tú;m armonizados con la (anf::lrra.

LA SIRINGA O FLAUTA DE PAN

La siringa o flaut a ele Pan consiste en una serie de tubos de dife–

rentes tamaños, de igual o desigual grosor, yuxtapues tos en escala de

mayor a menor. Los tubos, cerrados por los extremos inferiores

y

abier–

tos por los superiores, ordenados en línea r ecta, constituyen las emboca–

duras. Cuando se quiere e jecutar la música, di chas embocaduras se

aplican al borde del lab io inferior y

se

sopla, haciendo correr la boca

el e un lado a otro, de tal man era llu e los sonidos emitidos por la vibra–

ción del aire en cada tubo, habrá ele producir la correspondiente escala

de

lo

agudo a Jo gra,·e, o al contrario, en correspondencia de notas. La

posición del instrumento, al tiempo ele ser usado, es Ja Yertical, con

muy ligera inclinación de la base h acia adelante.

ANTECEDENTES HJSTORICOS DE LA FLAUTA DE PAN

Siendo la siringa ttno de los instrumentos más antiguos de que se

tiene noticia, su historia se pierde en las nebulosas del mito y la leyenda.

J.;:¡

más pintoresca ele las leyendas bm·dadas alrededor de la famo–

sa flauta , es la que ::t parecc de la Mitología griega, según la cual fu é

e l di cs Pan

el

prin1ero en concebir la idea de soplar en un caracol que,

al efectuarlo, emitió un sonido tan estridente y atronador, que los tita–

nes huyeron es pantados. Satisfecho de es te triunfo y orgulloso de su

habilidad n1u sical , Pan desafió al mismo Apolo, dios de la J'v[úsi ca, pero

(ué derrotado. lVUts tarde. habi é ncl cse enan¡orado percliclall1ente de

Siringa, ninfa de la Arcadia, hij a del río Ladon y una ele las compa–

í'íeras ele la diosa Diana, la persiguió implacablemente, hasta que la

ninfa, temerosa el e caer en poder del apasionado Pan, apeló al socorro