de la Iglesia, muchas melodías
y
tonadas incaicas, pero solamente como
el único medio eficaz de lograr el catequismo de los indígenas.
Los cantos así arreglados, con letras religiosas, siguen hoy mismo
acostumbrándose en las iglesias parroquiales de los pueblos andinos,
donde, en ningún momento ha encontrado cabida el canto gregoriano,
y sí solamente el criollo, resultante de la amalgama de los cantos reli–
giosos europeos con los nativos peruanos.
No existen, pues, en consecuencia, las fuentes históricas de la
música en cada región territorial, menos acerca de sus orígenes, carac–
teres generales, y áreas de su disperción; y así que·daría, si nos atuvié–
ramos a las crónicas de los autores españoles. Por fortuna contamos
con las noticias asentadas, como se verá más adelante, por el cronista
indio Felipe Huamán Poma de Ayala, en su magistral obra "Nueva
Crónica y Buen Gobierno", que, para nuestros fines particulares, nos
ha dejado un documento de extraordinario valor.
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