la benignidad persuasiva, la estricta justicia y la acogida paternal, y
sobre todo, la educación metódica de los pueblos. Estos caracteres del
sistema gubernamental de los Hijos del Sol, no son, como quieren
decir o pensar algunos empecinados tachadores de la moral incaica,
un apasionado lírico, puesto que todos los cronistas, no sólo indígenas,
sino europeos, lo afirman, subrayándolos como circunstancias extra–
ordinarias en la historia universal.
Una de las formas sobresalientes de la táctica empleada por los
Incas, en las siempre exitosas conquistas que efectuaban, fué la
Afitta.
Consistía ésta en la permuta de familias de los pueblos recién conquis–
tados, con otras de una región ya leal
y
estable del Imperio pero de
condicioi\es
c~imáticas
semejantes. "Mudava (El Inca), dice Garci–
laso, cuando era menester, les habitantes de una provincia a otra;
proveíanles de heredades, casas, criados y ganados en abundancia
bastante; y en lugar de aquéllos llevaban ciudadanos del
Cozco,
o de
otras provincias fieles, para que, haciendo oficio de soldados en
presidio, enseñasen a los comarcanos las leyes, ritos y ceremonias y la
lengua general del reino". El cronista añade en otro lugar: "tenían
los incas dada orden que cuando así se trasplantassen indios de una
provincia a ou·a, que éllos llaman
mitmac,
siempre se cotexassen las
regiones, que fuesen de up mismo temple de tierra, porque no se les
hiziese de mal la diferencia destemplada, passándolos <¡le tierra fría a
tierra caliente, o al contrario, porque luego mueren".
Este método daba un resultado eficaz, como medio de homoge–
neizar rápidamente las condiciones fisio-psicológicas del elemento
demográfico del país, en tal forma que éste se iba desarrollando dentro
de un marco de unidad y analogía maravillosos, en todos los órdenes
de la vida humana. Con este procedimiento se conseguían especial–
mente dos resultados eficaces: uno de previsión, para evitar rebeldías
de los pueblos que hayan sido sometidos por . fuerza; otro, de asi–
milación, para afirmar la unidad linguístira y social de toda la Nación.
Añadíase a este trasplante o intercambio demográfico, una dotación
de suficientes y expertos cuerpos de instructores y docentes, con la
misión de educar, a las poblaciones recién incorporadas, en el conoci–
miento y aprendizaje de la religión del Estado, y el RUNA SIMI (La
Lengua del Hombre), idioma oficial único; luego en las artes diversas;
la legislación imperial, sistemas agrícolas, etc.
Ahora bien, los territorios conquistados por los tres emperadores
antes nombrados, tuvieron que someterse a la regla g·eneral, desde el
momento de su incorporación en el Imperio, y de allí la consecuencia
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