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LAS REFERENCIAS DE LOS CRONISTAS

Los "Reyes Católicos", después de concedida su aprobación al pro–

yecto expedicionario marítimo de Cristobal Colón,' y que dió por resul–

tado el descubrimiento de América, impartieron diversas órdenes a éste,

y entre ellas las referentes a la crónica sobre los sucesos y novedades que

hubiere de obtener en la expedición. Particulamente la Reina Doña

Isabel entregó al mismo Colón una ordenanza que contenía instruc–

ciones para él y para todos los expedicionarios capaces de realizarlas,

a fin de que recogieran todos los datos concernientes a las tierras que

descubriesen,

y

a los habitantes de las mismas haciendo constar suscin–

tamente los detalles acerca de la vida y costumbres ele los naturales,

su psicología, sus conocimientos culturales, sus artes y manufacturas, su

estado social, sus creencias religiosas, en fin todo lo concerniente a la

crganizáción

y

carácter ele los pueblos que hallasen en su trayectoria.

En cumplimiento de las órdenes reales, los expedicionarios, y en

especial, los religiosos que siempre solían acompañar a éstos, tomaron

la tarea ele cronistas

y

remitían sus informes a la Corte de España. Así,

pues. la mayoría ele dichos cronistas escribieron muy amenas y suges–

tivas crónicas, en las cuales insertaron todo aquello que cayera bajo

sus observaciones en tcdos los pueblos y naciones que, poco a poco

iba abarcando la conquista espai'íola, llevando sus descripciones, a veces,

hasta los detalles más minuciosos; pero en materia de las bellas artes,

particularmente ele la músca, parece que no les haya llamado mucho la

atención, puesto que sus relatos al respecto eran harto reclucidcs y su–

perficiales.

Entre todos los cronistas españoles, bien conocidos son el padre

Cobo, Cieza de León, Acosta , Morúa, Bertonio, Betanzos, Molina y

otros muchos que han dejado relaciones y crélnicas de gran

valo~sobre la historia de los pueblos americanos; empero ninguno de ellos

dedicó una buena página en sus libros a la música de los aborígenes;

y todos fueron demasiado parcos en este sentido. Por ejemplo, el padre

Cobo, digno de especial mensión entre los cronistas, en el capítulo

respectivo ele

su obra sobre

los

instrumentos musicales, hizo una

relación ele ellos, pero con tanta brevedad, que apenas deja una débil

vislumbre acerca de los cantos y ele la música instrumental.

En realidad las escuetas referencias de los cronistas españoles sobre

la música, los cantos, las danzas

y

los instrumentos, fueron más bien

incidentales y no de fondo, como cuestiones obligadas por las circuns-

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