CAPÍTULO
II
LOS
INSTRUMENTOS MUSICALES: PROCESO
DEL
INSTINTO. LAS FLAUTAS
La mus1ca en
el
hombre es tan instintiva, como la de todas sus re–
acciones al ponerse en contacto con las diversas manifestaciones de la
Naturaleza. Digamos con más precisión: el instinto musical es
tanto
como
el
de la necesidad de comunicar o expresar las ideas mediante el
lenguaje articulado, puesto que la música también es propiamente un ·
lenguaje, lenguaje del alma, expresado en combinaciones fonéticas.
¿Concibe el hombre una idea, un pensamiento en el cerebro?, in–
mediatamente la lengua lo formula, con el auxilio de signos determina–
dos a fin de exteriorizarlo
y
trasmitirlo. A su vez en el corazón se
origina un sentimiento cualquiera, de regocijo o de dolor, entonces los
órganos fonéticos , casi sin ccnciencia plena del individuo, tienden a
expresar ese sentimiento, emitiendo una combinación más o menos
armónica ele sonidos, a impulsos de un imperativo deseo de lanzar al
exterior las internas emocionés, no importando su forma rudimentaria
o no.
Allí
está el origen de la música instintivamente formulada.
Mas,
el
hombre que no es un ser estacionario, ni limitado al círcu–
lo del mero instinto, sino dotado de facultades que lo capacitan para la
gradual evolución, a favor de su razonamiento, pasa de las intuiciones
espontáneas
y
naturales a la esfera especulativa,
y,
poniendo en juego
los resortes ele la imaginación, trata ele amejorar esa combinación de
sonidos espontáneos. Y no para alí, sino que, instigado siempre por el
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