de su padre y se lanzó en sus aguas, donde fué convertida en la caña
que en griego se denomina "sirinx". El dios desengañado, deseando
conservar un recuerdo de su ingrata amada, cortó la caña, la dividió
en varios tamaños diferentes, y con ellas construyó la célebre flauta que
desde entonces tomó el nombre de la ninfa.
Otra leyenda interesanté, pero de origu1 chino, refiere que el sabio
Ling Lu, unos 4700 ai'íos antes de la era cristiana, y por mandato del
Emperador Hoang Ti. se dirigió a unos montes poblados de bambúes,
de cuyos tallos que son tubulares, cortó varias piezas de diverso tamaño,
atándolas en serie. Así construída la flauta, se puso a imitar con ella
el canto del maravilloso pájaro Fung y el de
w
hembra Hoang.
DISPERSION DE LA FLAUTA DE PAN EN EL
?11 UNDO ANTIGUO
¿Quiénes se encargaren de dispersar por el mundo el uso de la
flauta de Pan? A este interrogante no podemos aún responder con una
afirmación que se base en un punto firme de !a historia. Fácil cosa
pudo ser indudablemente entre pueblos de ,·ecindad más o menos pró–
xima, como ele Persia a Siria; pero en las naciones separadas entre
sí por enormes distancias, como las europeas y americanas, y más en
aquellas edades en que
los
medios de comunicación eran problemáticos,
no pudo ser una acción fácil el trueque e intercomunicación ele conocÍ·
mientes y obras. Sin embargo, son razonablemente admisibles una o
ambas de las siguientes conjeturas: que
la
flauta ele Pan fuera d e espon–
tánea y particular invención ele pueblos distintos, como fruto ele las
observaciones de las leyes de la acústica; o que pudieron ser expertos
y asiduos navegantes ele la antigüedad, los que se encargaron ele trans–
portar aquel artefacto musical desde el lugar ele su origen hacia otras
tierras, como se hizo con otras diversas manufacturas. Las precedentes
consideraciones obedecen a la verdad histórica de haber sido sobrada–
mente conocida la flauta ele Pan entre los pueblos antiguos de todos
los continentes. Indistintamente aparece en la China, Japón
y
Corea,
como en Siria, Frigia
y
Fenicia ; en Egipto, Palestina y Persia, como en
la India, Grecia y Roma, etc. Igualmente se conocía dicha flauta en las
islas de Nueva Guinea, Nueva Zelanclia y entre los Papúas, quienes po–
seen verdaderas orquestas ele siringas ele diferentes tamaños, hasta de
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