la altura de un hombre. Asimismo fué conocida
y
muy usada la sirin–
ga en todo el Perú antiguo,
y
se han encontrado en Bolivia, flautas de
Pan de mayores dimensiones que las de los Papúas, y en el Museo Tiya–
huanacota de la ciudad de La Paz existen dos ejemplares que, según
afirma el profesor Antonio González Bravo, debieron usar los frailes
jesuitas del p eríodo colonial, a efecto de reforzar los bajos de los ór–
ganos de las iglesias parroquiales.
1\SPECTO MUSICAL DE LAS FLAUTAS DE PAN ANTIGUAS
Según todos los datos históricos, la smnga antigua tenía una afi–
nación diatónica, oscilando entre siete y nueve tubos. Teócrito, por
ejemplo, cita en su Idilio VIII, una siringa de nueve tubos, con un
número igual de sonidos diferentes.
A
su vez Virgilio hace notar el uso
ele siringas de siete tubos unas veces y de algo más en otras, todos con–
feccionados en cálamos o en simples cañas; así como los poetas latinos
presentan a les pastores, tocando la siringa ele siete tubos, pero con
nombre diferente. La colección MaHei, ofrece un ejemplar de ocho tu–
bos; pero todas las representaciones de Pan, de los faunos y sátiros,
llevan siempre siringas de siete tubos.
FLAUTA DE PAN AMERICANA
Del continente americano, solamente el Sur conoció y usó la flau–
ta de Pan, según las prolijas investigaciones de muchcs autores. Efecti–
vamente en ningún lugar de la América del Norte existe huella alguna
de ese instrumento, ni aún en Méjico,
y
menos en los pueblos centro–
americanos; ningún investigador arqueológico lo menciona, y los cro–
nistas coloniales guardan absoluto silencio sobre el particular.
Por el contrario, según las afirmaciones de Mme. D'Harcourt, gue
a su vez se basa en las notas de Erl Nordenskiold, en la América del
Sur, la siringa estuvo muy difundida, desde la embocadura del río Mag–
dalena, las fuentes del Orinoco, las Guayanas y las alturas del Amazo–
nas, hasta la provincia de Tucumán en la Argentina
y
La Serena en
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