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Queda dicho (pág. 19 y sigs.) que los cronistas y viajeros de la

época del descubrimiento y del coloniaje, no dejaron datos abundantes

y prolijos, mucho menos técnicos, de la música y coreografía incaicas.

Pero esto no quiere decir que no existan, pues, nada menos que el

cronista indio Felipe Huanán Poma de Ayala, en su magistral obra

"Nueva Crónica y Buen Gobierno", hace esta explícita y concreta refe–

rencia, al tratar de las fiestas y músicas de los Ccollasuyos: "La fiesta

de los collasuyos, dice el cronista,

desde Cuzco,

danzan y cantan, dice

el curaca principal:

quirqu.isccatan; mallco, qu.i1

·qu.in

capaconi,

desde

cauña, quispillacta,

pamacanchi,

cana, pacaxi, charca, chocuito, chu–

quinyapu, y todo hatun ccolla, ura ccolla, comiensa cantando tocando

el tambor y cantan las señoras y doncellas, dice así" ...

y

aquí transcribe

nuestro cronista el texto de los cantos a que alude, en lengua aymara,

y

luego continúa: "desta manera prosigue todo el cantar y fiesta de todo

ccolla, cada uno su natural cantar,

cada ayllu hasta los indios chiTi–

huana, TUCUMAN, y

pamhu.ay

,

cada uno tiene sus vocablos y en ellos

cantan y danzan y bailan que las mozas doncellas dicen sus harahuis,

que ellos llaman HUANCA, y de los mozos

qu.enaqu.ena,

desta manera

dice sus danzas y fiestas cada principal

y

cada indio pobre en todas

las

pmuncias del ccolla,

en sus fiestas grandes y chicas, hasta potosi."

No puede ser más valioso este dato, porque deja en plena evidencia

que las danzas y cantos eran los mismos, mejor dicho, esos efluvios espi–

rituales habían adquirido, con el tiempo; unidad de estilo, carácter,

forma e ideología personales, en todo ese largo territorio comprendido

desde la Capital Imperial y sus inmediaciones, como Pomacanchi, la

ciudad que me vió nacer, hasta Tucumán y el Paraguay, cuyos vestigios

no desaparecidos aún, continúan formando parte de la espiritualidad

de las masas, volcándose en raudales interminables, como en los tiempos

antiguos.

Tal supervivencia musical es innegable: aquellos cantos viven toda–

vía en el alma colectiva de los pueblos andinos, y, aún pueden actual–

mente recrear nuestros oídos, dándonos una idea de la sensibilidad

estética de esas otrora florecientes sociedades, presentándonos al mismo

tiempo, la medida del grado del desarrollo music<.!.l alcanzado en esta

parte del continente americano, en aquellos remotos tiempos.

SISTEMAS MUSICALES PERUANO-ARGENTINOS

A efecto de proceder ordenadamente en el examen y confrontación

de las músicas tradicionales peruanas y argentinas que se corresponden,

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