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CAPÍTULO
VII
AFINIDAD MUSICAL PERUANO-ARGENTINA
En el campo de la cultura hispano-americana, nada hay más inte–
resante que el arte, particularmente la música, bajo cuya influencia se
ha formado el carácter peculiar que nos distingue entre las restantes
naciones del mundo, y en la cual radica precisamente, nuestro aliento
de aspiraciones y actividades en todos los sentidos.
Hay en la vida sudamericana una fuerza inmanente e inmutable
que, a pesar de las triYialiclaeles diplomáticas, más o menos excusables,
reune a todos los pueblos de este continente en una sola familia; es una
fuerza de afinidad, que nace de la naturaleza misma de la raza y sus
identidades geológicas y sociales.
Son pueblos similares, sobre todo les que en el regazo de los Andes
bebieron de la misma fuente de ideas, ele aspiraciones, ele emociones,
de glorias y vicisitudes.
Pero hay algo más fuerte, más íntimo y mucho más noble y deli–
cado: la música, esa expresión armoniosa de las almas que, en un ritmo
uniforme, ha traducido
el
sentir de los pueblos, que, en otras épocas,
disfrutaron de las caricias de la patria común, bajo el áureo estandarte
de los incas.
Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina, y aún indirectamente,
Colombia y Venezuela, son pueblos que, en la música y
el
canto incaicos,
enlazaron sus almas; y enlazar almas quiere decir unificar fuerzas, entre–
tejer capacidades, combinar valores, para construir una civilización
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