!.N BOLlVIA-
22. COLEGIO DE N. SRA. DE LOS ANGELES
DE TARIJA (42). El P. Herrero en su primer
viaje sólo pudo mandar a los padres justino
Roselli y Buenaventura Grecci, éste a la Mi–
sión de Salinas, quedando constituída la Co–
munidad por cuatro sacerdotes
y
tres herma–
nos octogenarios. Pero en el segundo viaje
envió seis sacerdotes, dos coristas (estudian–
tes teólogos) y tres legos, y con ellos inicia–
ron sus tareas apostólicas, hasta que el P. Al–
fonso Corsetti en
1844
vino de Europa con.
nueve sacerdotes más (43).
Con tan escaso personal no pensaron por
el momento restaurar las Misiones vivas, sino
más bien se dedicaron a ayudar a los párro–
cos y suplirlos, a dar misiones entre fieles,
característica propia también de estos Cole–
gios, y en Tarija se les entregó el Lazareto, a
dos leguas de la ciudad, que atendieron con
admiración de propios y extraños.
Las misiones vivas empezaron propiamen–
te en el año
1844.
Propiedaq peculiar de las
misiones de este Colegio, que obedecía a las
circunstancias geográficas y políticas del tiem–
po, era sostener la
indiada reducida
contra
los ataques e invasiones de los tobas, mata–
cos; tapietes y chiriguanos por reducir, que
no consentían la civilización ni población de
sus campos, ya que perjudicaban sus intere–
ses personales de salvajes y nómadas.
Por insinuación del Vicario General Ecle–
siástico de Tarija, dos religiosos se hicieron
cargo de la Misión de.
S. Miguel Arcáng(!l de
ltaú,
que desde
1833
fué abandonada por el
.Colegio y un sacerdote secular ejercía la cura
d~
almas en Caraparí, Zapatera e ltaú; y aquí
fueron los padres Corsetti, Antonio Granella
y
Mario Bonfiglioli en
1845;
extendieron su
actividad a los otros anejos
y
el P. Granella
al año siguiente fijó su residencia en Carapa–
rí
y
en poco tiempo la puso en condiciones
de ser erigida en parroquia, entregándola aJ
Ordinario en
1859.
NrRA. SRA. uEGuADALUPE DE CHIMEO, misión
difícil e ingobernable, por los odios encona–
dos de los indios contra los blancos y por an–
tecedentes desastrosos de guerras
y
persecu–
ciones se mipolíticas contemporáneas, fué la
segunda misión que regentaron los padres de
Tarija. El P. Afrén Carrera, desde Itaú, entró
a servirla en junio de
1849,
conquistando y
trabajando lo indecible en la requcción de
los chiriguanos indómitos, aunque sin gran
esperanza de fruto constante y seguro. En
1879,
con harto sentimiento, dada la esterili–
dad de los multiplicados sacrificios de los pa–
dres misioneros en beneficio de sus neófitos,
.dejaron esta misión,
y
los pocos cristianos que
quedaron se les servía con diligencia y solici–
tud desde ltaú.
SAN RoQuB DE AGUAJRENDA fué fundada por
el P. José Giannelli. que fué destinado al for–
tín de Villarrodrigo en
1848,
sustituyendo a
los padres Carlos y Delfante, que al.lí se suce–
dieron como capellanes del fortín desde
1844.
-Diariamente visitaba el
P.
Oianne lli Aguai–
renda, doctrinaba a los niños, platicaba a los
adliltos e iba preparando el terreno para una
misión
puj~
nte. Quedó u!timada .e1
17
julio
18'11
y desde entonces no ha faltado un mi–
sionero que dirigiese eficazmente su vida re–
ligiosa.
LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE T AIR
1 TÍ
(1854),
fundada entre los pa.dres Gentili y
Giannelli, fué un lt:gar estratégico para la con–
quista de los numerosos chiriguanos que ocu–
paban las
pobladísima~ .
quebradas de Tigüi–
pa, Machare tí y Morocuyati. Sostuvieron ente–
les encuentros coutra los salvajes
indígen~s;
los propios vecinos de Tariarí, tranquilos y
pacíficos, se resistían a aceptar los principios
religinsos,
y
el primer matrimonio cat61ico se
celebró en
1865:
había mucha oposición por
parte de los tariireños ancianos,-pero los fue–
ron con sagacidad aislando, trasladando a
_otras rancherías
y
colonias vecinas al mej_or
.elem~nto
de Tarairí, y con éste y .otros méto–
dos que ensayaron los Padres, pudieron ase·–
gurar la existencia de la Misión y la conver–
sión de la mayoría.
SAN FRANCISCO SOLANO DE LOS TOBAS hté
producto de la labor misional del Conversor
de Tarairí; en
1860
se inició la obra
y
dos años
más tarde estaba completa la iglesia
y
casa–
curato del misionero. Pero eran los tobas per–
sonal muy rebelde, prontos para entablar re–
laciones amistosas, aunque con mayor facili–
dad las quebrantaban; colocados en las már-