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BOLIVIA
religiosos y en el segundo seis, que con los
dos o tres que había-según el
P.
Cardús o. c.,
18-formaban una pequeña comunidad de 10
u
11
religiosos. El P. Lacueva perteneció al
Colegio de Tarata, y encerrado entre los yu–
racareses, pedía al P. Herrero y a Tarata su
colaboración. Qué planes tenía el P. Herrero
sobre las misiones del P. Lacueva, nos incli–
námos a creer que pensaba i11corporarlas al
Colegio recién fundado de Sucre, ya que de
aquí se consideraba más fácil el acceso a·
aquel territorio y de hecho los dos primeros
coadjutores mandados al P. Lacueva eran de
Sucre; pero con el refuerzo que recibió Ta–
rata en 1844 con los
siete religiosos
que llevó
el P. Corssetti, pasaron las misiones del Pa–
dre Lacueva al Polegio de Tarata, que las ha–
bla engendrado . .
Fueron éstas:
Trinidad,
que hasta fines de
septiembre de 1841 fué atendida por el pres–
bítero don José Vázquez, y en dicho año el
• P. José Cors se p'osesionó de ella; al venir el
P. Santiago Padró en 1843llevando las herra–
mientas y accesorios necesarios para misio–
nes que en Santa Cruz (capital) había com–
prado el P. Cors, se fué a entregar todo a Tri–
nidad, quedándose allí y pasó el P . Corsa
Ubaimini,
doce leguas de Tri11idad. Esta mi–
sión muy pr0ntc estuvo en condiciones de
entregarse al Ordinario.
Ntra. Sra. de los Angeles de Urubichá,
fun–
dada por el P. Cors, que en 1844 se pasó de
Trinidad con algunas familias, con el nombre
de Ubaimini; en 1847 le relevó" el P. Pío Iz–
quierdo que murió prematuramente, quedan–
do abandonada la Mtsión que fué reconstruí–
da en 1862 con el nombre de Ntra. Sra. de
los Angeles de Urubichá, no faltando nunca
un Conversor que la atendiera.
Ascensión
estuvo a cargo de los Padres de
Tarata desde el año 1850, dondé el P. Herme–
negildo Giannotti desplegó todo su celo en
los años 1854-1899, en que murió, constru–
yendo y dirigiendo las escuelas, de niños y
niñas, con carpintería, herrería, tejeduría
y
otras artes, para las que los indígenas reunían
admirables condiciones.
Santa Cruz de
}
aguarú,
a ocho leguas de
Santa Cruz (capital) fué fundada por el P. Ma-
nuel Viudez; trabajó lo indecible para comu–
nicar por caminos vecinales las Misiones de
Guarayos con el pueblo de Carmen de Mo–
jos; pretendió abrir un camino recto desde la
Misión de Ascensión hasta Sta. Cruz, pero se
lo impidieron los salvajes sirionós, tan bárba–
ros y crueles como los tobas y chiriguanos.
El ·P. Viudez volvió a Sucre, donde murió en
1858.
San Francisco de Yotaú
fué fundada en
1858 en S. Fermín y más tarde, en 1873, tras.:.
ladada a Yotaú, a ocho leguas de
1
lugar pri–
mitivo. Todas estas Misiones han tenido vida
floreciente hasta la actualidad. En 1900 se
inauguraron dos nuevas
Misione~:
San Pablo
del Chimoré
y
San Antonio del Chapare
(45).
Como:las ·Misiones de Guarayos estaban tan
alejadas del Colegio de Tarata, fundaron dos
Hospicios, más cercanos al territorio misio–
nal, que fueron
Hospicio de Santa Cruz
(1855)
y
Cochabamba
(1858). Después de la
creació~
del Vicariato de Chiquitos abandonaron Tá–
rata que pasó a la Comisaría PI. de San An–
tonio de los Charcas, de la que es
casa-nov~ciado,
y
dejaron también Cochabamba, que
es Comisaría de Tierra Santa en Bolivia.
23.
CoLEoto
DE
SAN JosÉ
DE
LA PAz
(46).
Principal preocupación del P. H-errero, que–
dó en el primer viaje cinco o seis religiosos,
y
en el segundo un número incierto; no será
aventurado que
se
reservó un grupo indeter–
minado de jóve11es para remediar las necesi–
dades más urgentes de las Misiones y los Co–
legios. El P. Herrero presidió el Capítulo
Guardianal de La Paz, si e
11
do e!egido por pri–
mer
Guardiát~
el P. José 'Comas el
20
enero
1838; en el misrilo Capítulo se enviarqn a las
Misiones de
.
'
·
·Magdalenas,
el P. Angel Baldovino, que en
1835 había ayudado aiP. Pozo.
Cavínas,
el P. Serafín Bracci, donde se en–
contraba el P. M. Oyanguren.
Tumupasa,
el P. Antonio Gil.
lsiamas,
el P. Ign.acio Blanchi, donde esta–
ba el P. Giacceri desde 1835.
Huanay,
el P. Serafín Opicini, a ayudar al
P. Juan B. Suñer.
.
Santa Ana,
el lego
fr.
Julián Bottini, para
asistir al P. Manuel Pozo.